Diario De las artes

Bernardo Palomo

Expresionismo figurativo a lo grande

02 de noviembre 2013 - 01:00

MANUEL Ruiz Ortega es ante y sobre todo un buen pintor. Ya lo he escrito en varias ocasiones y sigo manteniéndolo. Partiendo de esta premisa se puede acceder a todo tipo de conjeturas; conjeturas que pasan, siempre, por el reconocimiento absoluto de una obra conformada con los más rigurosos valores de la pintura tradicional - entiéndase esto como un aspecto de trascendencia determinante y nunca como signo de menosprecio artístico -, lo que le lleva a componer un escenario pictórico poderoso y lleno de entusiasmo creativo. Además, el pintor tiene a sus espaldas una altísima y prolongada carrera como artista, con comparecencias en importantes foros artísticos y, además, habiendo sido catedrático en la Universidad de Barcelona de la que, ahora, es Profesor Emérito. Por eso, no comprendemos muy bien el porqué de esta exposición en un espacio con las más absolutas carencias expositivas y en el que las piezas se suceden por todo tipo de huecos sin mucha razón museística.

Superada tan nefasta museografía, el espectador se encuentra con un importante conjunto de obras que patrocinan el especialísimo legado pictórico de un artista dominador, de sabia, exacta y contundente pincelada, de determinante expresionismo representativo y de una figuración donde la realidad está marcada con los supremos signos de una ilustración abierta y ajena a los planteamientos epidérmicos de una excesiva concreción.

En la obra de Manuel Ruiz Ortega, la figuración asume su más expresiva dimensión. Los elementos han trocado su sentido ilustrativo por una mayor intensidad formal que potencia la realidad y le imprime un mayor carácter.

Toda la gran galería de situaciones que componen su completísimo ideario pictórico se hacen presente en los espacios del establecimiento hotelero, bellos bodegones con sutiles tazas de loza, libros que trasciende el tiempo y rezuman una inquietante eternidad, paisajes sabiamente estructurados con una gran economía de medios que acentúan el expresionismo visual y representativo; en definitiva, un completo compendio de muy buen hacer artístico que se ve engrandecido, en muchas de las obras que se exponen en el comedor del hotel, con unos poderosos soportes de madera vieja - los cuarterones y los paneles grandes de una antigua puerta, un gran trozo de madera rescatada, probablemente, de una obra barroca - que dotan de infinita potencia artística los elementos representados.

Con una pincelada exacta, valiente y poderosa, Ruiz Ortega compone un escenario pictórico de gran fortaleza, jugando con el poder estructural de los propios soportes a los que deja vacíos de pintura y con la realidad expandiendo infinitas sensaciones expresivas, recreando una figuración excelsa salida de un pintor para el que su trabajo no tiene el más mínimo secreto.

De nuevo nos encontramos con la obra de este magnífico pintor que hace de la figuración expresionista un manual de exquisiteces formales. Lástima que tan poderosa pintura se presente en un lugar con tantas carencias expositivas y tantos elementos distorsionadores de la mirada. Tan buen contenido se merecía un continente mucho más adecuado.

stats