Cuarto de Muestras

Falsas mentiras

Una verdad que miente, extraña verdad

Hoy igual que ayer la mentira se ha relativizado, nada nuevo bajo el sol. Ahora se disfraza de posverdad, de metaverso, de inteligencia artificial, vamos, de lo de siempre: apariencias y medias verdades. Lo que antes eran mentiras piadosas hoy son mentiras emotivas, distorsiones de la realidad aparentemente inocentes. Por nuestro bien nos mienten y nos invitan a mentir para sentirnos mejor. Como si la verdad pudiese crearse con nuestra sola voluntad, intención y deseo. Será verdad lo que queramos que lo sea, aunque nos hagamos trampa a nosotros mismos. Una verdad que miente, extraña verdad.

El efecto más perverso de este mundo de apariencias y voluntarismo es que termina por hacernos dudar de la "verdad verdadera" como decía aquel anuncio de hace unos años adelantándose a todo esto. Las falsas noticias conviviendo con las que no lo son terminan por generar desconfianza hacia todo, que nada parezca fiable y certero. Y es que si malo es mentir peor es desconfiar de la verdad porque nos vuelve ciegos, vulnerables a cualquier superchería, a cualquier falso salvador.

Oímos decir que la verdad está sobrevalorada, confundiéndola con una sinceridad incontenible y que no sabe callar, tan infantil como la mentira emotiva. La verdad de aquel que necesita desahogarse a costa del dolor y la paciencia ajenas. Verdad y silencio son compatibles como lo son la mentira y la elocuencia. No, la verdad no es una opinión que arrojar a la cara de los demás, a veces es simplemente saber guardar silencio.

Es pronto para saber a dónde nos llevará el metaverso, la inteligencia artificial y tantos otros inventos que parecen hacer de la simulación virtud, de la mentira, verdad. Bien usados mejorarán nuestra calidad de vida, pero también podrían generar daño y destrucción. Son una revolución no menor que la de internet que nos ha permitido navegar sin límites por el mundo, pero también cometer delitos atroces. Como siempre dependerá de las manos que las manejen, y esta vez sí, de la voluntad, intención, deseo y conocimiento de la persona que lo utilice, de la verdad con que actúe, de la finalidad que persiga.

Construir un mundo paralelo, seres como nosotros, con conocimiento y voluntad artificiales, han llenado hasta ahora los cines y las páginas de la literatura de ciencia ficción. Hoy nos convierten en pequeños dioses. Es sólo cuestión de voluntad creer que lo somos. O no.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios