Félix culpa

Los teólogos llaman "felix culpa" al pecado original e Isabel Ayuso se lo llama a Félix Bolaños

Supongo que él mismo o alguien se o le estará tirando de los pelos a Bolaños en estos días. Es incomprensible que se intentase colar en la tribuna de la comunidad de Madrid apartando, cual adolescente desmelenado en una discoteca, la barrera. Luego, cuando la jefa de protocolo, parando, mandando y templando -más taurina incluso que su jefa- lo intercepta, él no se lo puede creer y se pone a discutir en vez de disimular una ingenua confusión elegante. Deja incluso que los individuos de su séquito se encaren con la jefa de protocolo con muy malos modos, poco acordes con la sensibilidad feminista que abandera su Gobierno.

Le ha enchufado un montón de votos a Isabel Ayuso. Verdad que los groupies de uno y de otra ya estaban convencidos y ahora lo estarán más. Eso sí, pero, como pudo oír perfectamente con el abucheo previo, hay mucha gente muy enfadada con el Gobierno de Sánchez y sus ministros. Una escenificación de este calibre mediático de la resistencia madrileña es la mejor propaganda que podría haber soñado Isabel Ayuso. Un 2 de mayo.

Ya la engrandeció Sánchez tontamente cuando se puso a hacerle la oposición desde el Gobierno de España a una presidente de comunidad autónoma. Él la ascendió a Primera División. Ahora el ministro Bolaños sigue dándole bola con un gol en propia puerta.

Porque hay aspectos de política técnica y ética que no llegan al gran público, pero un portazo en la cara de un ministro prepotente que se intenta colar por la cara en una tribuna a la que no estaba invitado, llega. Junto al eje político entre derechas y izquierdas, hay otro (que Podemos vio, pero luego se cambió de bando) entre la gente y los poderosos. Sin lugar a dudas, Isabel Ayuso es muy poderosa y más que lo va a ser. Podríamos subrayar esto y su falta de compromiso profundo en la oposición ideológica al progresismo por defecto, y afearle su política más de gestos que de hechos; pero sería para nada. Ahora, a su popularidad y perfil dicharachero, la frustrada jugada de Bolaño le ha sumado, de forma incontestable y plástica, la épica de bajarle los humos a un ministro de Falcon y mando en plaza y en Moncloa. El infeliz Félix (felix culpa, que dicen los teólogos e Isabel Ayuso) le ha regalado de gratis la fuerza de la insumisión popular a su enemiga.

La jefa de protocolo no hizo más política que la cotidiana de cumplir profesionalmente su papel. Pero ha redondeado el mito de Ayuso.

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