LA Trompeta estaba sentada frente a su cuñada la Tambora murmurando de su nuera Martirio:
- ¿Y tú sabes lo que me dijo la mu sinvergonzona?
- ¿Qué te dijo, hija?
Paquito, de siete cofradieros, años interrumpió a su madre:
- Omá, que me tienes que comprá el cucurucho de cartón.
- ¡Cállate Paquito! que estoy hablando con tu tía de cosas muy importantesý Sigue hablando, Trompeta, que te escucho.
- Po ya no macuerdo de lo que te iba diciendo, ni de lo que te estaba hablando.
- De tu nuera Martirio, que te trae por la calle de la Amargura.
- Por la calle de la Amargura es poco. Me está llevando ar Carvario.
- Po vamos a tené que cambiá de procesión.
- ¿Tú te crees, Tambora, que se le pué decí a una suegra lo que ella me dijo?
- Omá. Ma crecío la cabeza. El cucurucho del año pasao se ma queao chico.
- Bueno Paquito. A vé si me dejas hablá.
- Sigue Trompeta. Me estabas diciendo que la Martirio te dijo lo que te dijo, pero no me has llegao a decí lo que te dijo.
- Me dijo que yo soy una mala presona. ¡Con lo que yo he hecho con élla, que la saqué de la calle y me la traje a viví conmigo!
- La curpa la tiene tu hijo Juan, Trompeta, que se enamoró de una mujé pública.
- Y tan pública, hija, que la conocen en tó los pueblos de alrededó.
- ¿Y tú qué le contestaste?
- Omá, cuando termines de hablar con la tita, tenemos que dí a que me midan la cabeza.
- ¡Ya está bien, Paquito! cuando las presonas mayores hablan los niños se callan.
- Ya llevo callao un rato, pero es que va a cerrá el hombre que hace los cucuruchos.
Intervino Dolores la Tambora:
- No se dice cucurucho, Paquito, se dice papirote.
- Eso es lo que debería de darle yo a este niño, un papirotazo en cada oreja.
- Sigue, Trompeta.
- Mira, cuñá .. La cogí por los hombros y le di contra el armario tres o cuatro cabezazos.
- ¿No te se partió el armario?
- No. Salió de él Manolito la Torrija.
- ¿Y que hacía en tu armario Manolito la Torrija?
- Omaíta, o vamos a tomarme medías de la cabeza o me meto un deo en la narí.
- Métete er deo Paquito, que eso distrae muchoý Como te iba diciendo, Tambora, cuando le di los tres o cuatro cabezazos y empezó esa mujé a echá chorros de sangre por la frente y la vio Manolito la Torrija le quiso cantá una saeta porque Manolito se emociona mu pronto.
- ¿Y qué buscaba Manolito en tu armario?
- Mi vestío de gitana, mujé, que se va de romería.
- ¿De romería en Cuaresma?
- De romería no, mujé, se va con Romero, que también ha salío del armario.
- ¿Der tuyo? ¿Eso es un armario o un clú de arterne?
- ¡Tambora, por Dios, ni en broma me digas esas cosas!
- Omaíta, ya me he cansao de meterme er deo en la narí. ¿Me meto otro?
- Sí, métete er gordo, a vé si nos trae suerte y nos tocaýCon que con las mismas, Tambora de mi arma,
- ¿Con qué mismas, Trompeta?
- Con las mismas lagunas de sangre que estaba echando por la frente cogí un taxi y me la llevé a Plasencia.
- A Urgencias querrás decí cuñá, que no abre er dinosaurio ni pa buscá la letra "A"
- ¿Pa qué voy a buscá yo la letra "A"? ¿Sa perdío?
- Sa perdío la buena costumbre de manejá el dinosaurio del Espasaý ¿Y qué te dijeron en Urgencias?
- Que otra vé que le pegue que le dé con el abanico y no con el armario.
- Claro, mujé, que vas a acabá con élla.
- Omaíta, me he hecho la mosqueta con er deo gordo.
- Tambora, hija, no pueo seguí contándote. Viá llevá ar niño ar farmapléjico a vé si le corta la demorragia, y endispué lo llevaré a que le tome medía de la cabeza el gachó de los papirotes.
- ¿Y en qué cofradía está tu apuntao, Juanito de mi corazón?
- En una nueva, tita, que sale de un garajeý
Las dos cuñadas se fueron para la farmacia taponando con las manos la nariz de Manolito que seguía repitiendo:
- Omaíta, ¿cuando se me corte la sangre, me vas a llevá a tomarme medía de la cabeza..?
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