Giratorias 360º

Cada vez más los quesalen de la políticason inmediatamente recolocados… en la política

Como estamos muy escandalizados, se nos escapan los detalles pequeños. Lejos de mí negar lo principal. Es tremebundo que Pedro Sánchez pretenda colocar en el Tribunal Constitucional a su ministro Juan Carlos Campo, que ejercerá de mariscal del PSOE en el seno de un órgano tan esencial. También quiere colar en el Constitucional a la exdirectora del Ministerio de Presidencia del Gobierno, Laura Díez Bueso, ea. Antes, con el nombramiento de su ministra Dolores Delgado como Fiscal General del Estado, ya había dado un paso gigante en la toma y confusión de poderes. Lógico que escandalice a las personas con un mínimo de sensibilidad jurídica y preocupación por la calidad de nuestra democracia.

Como soy más frívolo, también me fijo en detalles secundarios. Como que esas puertas giratorias que denunciaba en su día Podemos -cuando no se había subido aún al carro de la casta- dan ahora vueltas de 360º. Esto es, que los que salen de la política son inmediatamente recolocados… en la política. Pasa con los ex ministros y también con tantos cargos menores. Mal estaba lo de las eléctricas, los bancos y las compañías aéreas, del Consejo de ministros al de administración. Pero lo de ahora es aún peor.

Porque nos viene a confirmar que la política se ha convertido en uno de los pocos sectores económicos boyantes de este país, gracias a nuestros impuestos. Si hubiese más empresas potentes donde hacer girar la ruleta de las puertas giratorias, no habría tanta circunferencia perfecta para aterrizar de nuevo en los presupuestos generales. Luego, porque transmite una sensación desmoralizadora de falta de talento general. ¿No tiene el progresismo a nadie nuevo que proponer para miembro del Tribunal Constitucional sino a dos ex altos cargos de su Gobierno, con la mala imagen que eso transmite? En una sociedad dinámica y con banquillo, no debería haber dificultadas para captar personas capaces para esos puestos sin pasar por el desprestigio de reciclar los mismos nombres marcados.

O pongamos que sí hay talento, pero no hay predisposición a incorporarlo porque se prefiere, como en la mafia, a gente que ya ha probado su sumisión a prueba de problemas de conciencia. Resultaría más preocupante. O por una cosa o por otra, al repetir a los viejos fieles se produce también un tapón generacional, que impide la renovación intelectual y personal de nuestras instituciones, con la falta que eso nos hace.

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