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TRIBUNA LIBRE

Aurelia María / Romero / Coloma / Abogada Y Escritora

La Guerra de la Independencia en la pintura de Goya (IV)

Ami juicio, un elemento esencial del lienzo es el farol que alumbra la escena, porque otorga al cuadro una sensación fantasmal, iluminando solamente a los españoles que van a morir, o que ya han muerto abatidos por los disparos de los soldados. La escena está pintada de noche - probablemente, de madrugada -, y la presencia de la luz fantasmagórica , proveniente del farol añade un toque onírico a la escena, insinuando, con la luz, un plano geométrico.

En cuanto al colorido, si exceptúo las manchas de sangre, que corre a raudales, hiriendo la retina del espectador con impactante verismo, es frío. La tonalidad envolvente es gris pardusca, mezclada con marrón, y la luz interior va de derecha a izquierda.

Estamos ante una de las obras cumbres de la pintura histórica universal, en la que se ha expresado, de modo patético y conmovedor, la violencia emanante del lienzo como si fuera una ráfaga.

La luz, que incide y que golpea los ojos del espectador, añade una nota más, trágica, sobre el hecho, inevitable, de la muerte y sobre la sangre ya vertida.

Quiero resaltar que la mayor parte de las ejecuciones de los insurrectos madrileños por parte de ,las tropas francesas tuvieron lugar en el cercado de la casa del Príncipe Pío. Durante la evacuación de 1.936, la obra sufrió seis cortes que, por fortuna, no supusieron pérdida de la superficie pintada.

En ambas obras comentadas, la violencia, la lucha, el terror, las cabezas destrozadas y anegadas en sangre, la rebeldía ante la muerte, la resignación ante lo inevitable, la desesperación y la impotencia, así como el deseo de venganza y los sentimientos de odio, aparecen expresados con una meridiana claridad, con una intensidad expresiva que sobrecoge al espectador y que le hace tomar parte en la escena representada, involucrándose personalmente en la misma.

Con estos dos lienzos, Goya marcó un hito, al ser una toma de postura, por su parte, antibélica. En consecuencia, no creo que Goya fuera un afrancesado - estos lienzos parecen desdecir la teoría del afrancesamiento del artista -, sino que su ideología se focalizaba en el antibelicismo, porque le repugnaba todo aquello que, de alguna forma supusiera un intento de dominación de una nación sobre otra. En este sentido, desde mi punto de vista, es como hay que entender el pensamiento que Goya, en estos dos lienzos, refleja.

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