Hacerse el sueco

La restauración del servicio militar obligatorio en Suecia es un signo de los nuevos tiempos

La socialdemocracia sueca es el modelo, presumen de Podemos al PP. Me temo que ese modelo no lo van a seguir ahora que en Suecia reestablecen la mili. Nuestros políticos se harán los suecos, en el sentido ibérico del término. Y nos vendría bien la mili. Sería, como lo fue, una oportunidad de que los jóvenes conozcan su país y sus gentes, experimenten la jerarquía y sirvan (que es un verbo demasiado en desuso) a su patria.

Más allá de la lectura moral, la restauración sueca nos indica cómo ha cambiado el mundo. En los 90 la mili era innecesaria porque la guerra era tecnológica y lejana. Ahora vuelve a plantearse porque tenemos encima la amenaza del terrorismo y las revueltas callejeras, que son analógicas, difusas, masivas y necesitan vigilancia a pie de horas.

Pero ¿se puede estar a favor de la mili sin que suene a que uno quiere fastidiar a los jóvenes por un rencor generacional? Quizá convenga recordar que yo fui una de las últimas promociones que hizo la mili en España, no porque sea muy joven, sino porque estuve pidiendo prórrogas hasta que se me agotaron incluso las de propina. He sido procrastinador por lo civil y por lo militar. Al final, la hice. Arrastraba la mili inercias, inepcias e injusticias insostenibles, como que sólo la hiciésemos los hombres en una sociedad ya tan profundamente igualitaria. Aun así, cumplía un servicio y servía a quienes servían.

Yo la disfruté. No teníamos prácticamente nada que hacer. Contemplé, por tanto, la naturaleza con una paciencia casi mineral. Me caló muy hondo. Y me seguía sobrando tiempo, así que leí como no había podido hacerlo durante la carrera, agobiado de clases y exámenes. Estudié la Divina Comedia, que me ha acompañado desde entonces. Un compañero, Antonio, de un pueblo de Málaga, viendo que yo disfrutaba tanto mirando los pájaros o leyendo y que a él le espantaban los libros y ver pájaros si no podía cazarlos, se ofreció a hacer mis trabajos. Él se aburría menos y yo disfrutaba más y él, al menos, me veía disfrutar, aseguraba. Aquella generosidad libre de envidias y complejos, me asombró entonces y, a medida que voy viviendo más, más. Sólo por conocerla, ya hubiese hecho la mili. Hubo quien lo pasó peor, pero la mayoría reconoce que mereció la pena. En España no la recuperarán, que somos suecos para los impuestos, pero ya está. Si la pusieran, me alegraría, no porque desee mal a nadie, sino por lo contrario.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios