Hobbes contra Kant

En un entorno internacional profundamente hostil, es necesario un replanteamiento de la política exterior europea

En relaciones internacionales hay un recurso utilizado con cierta frecuencia en el que se distinguen los comportamientos de los estados, calificados como inspirados por Hobbes, frente a aquellos que derivan de los conceptos de Kant. Para Hobbes, la naturaleza humana tiende al conflicto, por lo que existe una lucha continua en un estado permanente de guerra potencial ("El hombre es un lobo para el hombre", es su frase más citada y proviene de la obra El Leviatán, de 1651). Por el contrario, la concepción kantiana está basada en una estructura de paz asentada en la preeminencia del derecho (La paz perpetua es su obra más conocida, escrita en 1795). Sin duda, la mayoría de los analistas identifican a la UE como una organización basada en el espíritu de Kant y como la mejor representación de la concepción de las relaciones internacionales basada en la primacía de las relaciones pacíficas, la cooperación internacional y el respeto del derecho.

No obstante, lo cierto es que, al inicio del siglo XXI, las relaciones internacionales, carentes de una estructura eficaz de gobernanza y con un sistema jurídico internacional que presenta enormes problemas, funcionan de acuerdo con los parámetros hobbesianos, basados en los intereses de poder y el recurso a la coerción, la amenaza o el recurso a la fuerza armada para la proyección de la política exterior. La UE se está quedando cada vez más aislada en un mundo que no juega con sus mismas reglas. Lo vemos en la actualidad, con la situación provocada por Rusia en Ucrania, Bielorrusia, Kazajistán o en África, apoyando al Gobierno golpista de Mali, o en Sudán, en Libia o en la República Centroafricana.

En otro escenario, lejano geográficamente pero íntimamente vinculado al este de Europa, China actúa replicando los mismos métodos y midiendo la respuesta del menguante bloque de países democráticos a su expansión, con la vista puesta en una eventual operación armada frente a Taiwán. El modelo se basa no solo en una proyección desafiante hacia el exterior, sino en una represión total en el interior que elimina cualquier forma de oposición o disidencia y el saqueo y depredación de recursos nacionales y su reparto entre el círculo cercano al poder. Otros estados más pequeños repiten, con mayor o menor entidad, y con cierto éxito ese patrón: amenazas frente al exterior/represión interior/latrocinio de recursos públicos. En la frontera sur, Marruecos, bajo esos parámetros, está moviendo muy bien sus bazas hobbesianas frente al apaciguamiento kantiano de Europa.

En un entorno internacional profundamente hostil, parece evidente la necesidad de un replanteamiento absoluto de la política exterior europea.

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