La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Holmes regresa a los quioscos

Gracias a una colección de RBA con delicioso aire victoriano Holmes regresa a los quioscos en los que nació

Sherlock Holmes nació en 1887 en las páginas del anuario ilustrado Beeton's Christmas Annual que cada Navidad incluía una novela y un par de Drawing Room Plays o comedias de sala de estar". Los otros relatos -salvo El signo de los cuatro publicado por una revista americana- fueron apareciendo en la revista mensual The Strand Magazine con ilustraciones de Sidney Paget, que añadió a la fisonomía del detective el gorro de cazador y el abrigo inverness con su característica capa.

Todo el ciclo del detective, que concluiría en 1927, tres años antes de la muerte de Doyle, se publicó en revistas que se vendían sobre todo en quioscos y especialmente en los de las estaciones de ferrocarril que Inglaterra puso de moda en todo el mundo después que William Henry Smith abriera el primero en la estación de Euston en 1848.

Ahora Holmes vuelve a los quioscos en una colección de RBA (acrónimo de los apellidos de sus fundadores: el editor Ricardo Rodrigo Amar, la agente literaria Carmen Balcells y el exdirectivo de Bruguera Roberto Altarriva). No son facsímiles, pero juegan creativa y deliciosamente con los diseños de The Strand Magazine, incluyen las ilustraciones de Sidney Paget y en las guardas reproducen la publicidad de las revistas ilustradas victorianas.

Es una oportunidad para que jóvenes lectores (o mejor: padres y abuelos de jóvenes lectores) descubran el acogedor, confortable, inteligente y siempre disfrutable universo holmesiano. Hacerlo con ediciones de quiosco -en mi caso fueron las entregas de Editorial Molino, ¡hace tantos años!- es un bonito regreso a los orígenes del personaje del que han sido devotos grandes escritores. Baste citar dos casos. Umberto Eco lo homenajeó llamando Guillermo de Baskerville al fraile protagonista de El nombre de rosa y calcando su descripción de la que Conan Doyle hizo al presentarlo en Un estudio en escarlata: "Su estatura sobrepasaba los seis pies, y era tan extraordinariamente enjuto, que producía la impresión de ser aún más alto. Tenía una mirada aguda y perseverante…", escribió Doyle; "Su altura era superior a la de un hombre normal y, como era muy enjuto, parecía aún más alto. Su mirada era aguda y penetrante…", reescribió Eco. La otra autoridad, mayor, es Borges. En un poema dedicado al detective afirmó: "Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una de las buenas costumbres que nos quedan". Tenía razón.

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