habladurías

Fernando Taboada

Imágenes excitantes

COMPLETAMENTE desnudos. Así de frescos posaban para las cámaras todos ellos. Sin ningún pudor, con el descaro del macho que no tiene miedo a salir en las fotos tal como Dios lo trajo al mundo, se dejaban retratar de cuerpo entero. En posturas absolutamente desvergonzadas, haciendo gala de una virilidad salvaje, se prestaban al juego de la seducción más bestial, y todo, por supuesto, con el único objetivo de ponerlas a ellas cachondas. A las ovejas, quiero decir. Porque estamos hablando de ovejas. Y de carneros, no se me vayan ustedes a asustar. Este experimento, llamémoslo zoo-pornográfico (consistente en sacar fotos de unos cuantos sementales, para mostrarlos después en todo su esplendor a las hembras con el fin de aumentarles el deseo sexual) lo ha puesto en práctica un ganadero de Valladolid. Al parecer, este caballero de Olmedo no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados hasta que a sus ovejas les llegara el periodo de celo y discurrió que si con los humanos funciona, ¿por qué no iba a funcionar también con esas pécoras que a él le daban de comer?

Francamente desconozco si el experimento de tapizar las paredes de la granja como si fuera un taller mecánico -con un puñado de fotos de desnudos- ha servido para animar al rebaño y si por fin las ovejas de este señor se han abalanzado sobre los carneros pidiéndoles que les arranquen la lana y las hagan suyas, pero tampoco sería la primera experiencia similar que se lleva a cabo. De hecho, en zoológicos como el de Jerez creo que esta clase de experiencias son más frecuentes de lo que pensamos y que, sin la proyección de determinado tipo de vídeos, la reproducción en cautividad alcanzaría la categoría de milagro.

¿Y luego dicen que en España no se investiga? En ingeniería aeroespacial posiblemente no seamos pioneros. Ni en robótica. Pero si tenemos bodegueros que les ponen música a sus vinos para que alcancen la solera en un ambiente selecto; si incluso hay agricultores que defienden que los tomates brotan más sabrosos cuando se cultivan con las sinfonías de Beethoven atronando en el invernadero, ¿por qué unas ovejas castellanas no van a sentir las tentaciones de la carne gracias a unas fotos de los machos más apuestos del lugar?

Lo raro es que estos experimentos no se prueben en la especie humana. Motivados, lo que se dice motivados, no parece que estemos últimamente. Y no me refiero a la cuestión del apareamiento, que de esa ya me guardo yo de hablar en estas líneas, sino a la cuestión profesional. ¿No habría entonces que levantar el ánimo de la tropa aplicando los métodos de este ganadero vanguardista? Ya ha dicho uno de los empresarios más prósperos de este país que imitemos a los chinos si queremos salir de la crisis. Pues no se hable más. Colguemos en nuestras casas fotos de niños chinos barriendo el restaurante de madrugada y retratos de sus madres cosiendo en un sótano doce horas seguidas. Si a algunos estas cosas les aumentan la libido, ¿por qué no nos la van a subir a los demás?

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