Cambio de sentido
Carmen Camacho
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El término hace tiempo que se viene utilizando en referencia a la saturación de información que tenemos. La rapidez con la que se suceden los lanzamientos de dispositivos digitales ha hecho crecer de manera exponencial los datos a los que, cada día, estamos más expuestos. Cada minuto –datos del Digital 2023 Global Overview Report–, las más de 5.800 millones de personas conectadas a internet en el mundo envían 231 millones de mails, visionan 500 horas de vídeos de YouTube, suben 1,7 millones de comentarios en Facebook, envían 347.000 tweets, más de 100 millones de vídeos en TikTok, cuelgan 66.000 fotografías en Instagram y realizan 443.000 compras en Amazon, por citar solo algunas cifras. Insisto: todo esto en un minuto. Dicen los expertos que el año pasado consumimos, en todo el mundo, 97 zettabytes de datos. Hagan las cuentas: un zettabyte (ZB) equivale a mil millones de terabytes (TB) y un TB equivale 1000 gigabytes (GB). Si les digo que una película de Netflix consume 1 GB, tal vez entiendan mejor el increíble alcance de este lío de bytes. En resumen: una barbaridad de datos, que continúan creciendo exponencialmente y a los que no se les vislumbran límites. No es de extrañar que se hable de infectados por esta sobrecarga de información difícil de procesar. Los infoxicados presentan síntomas fácilmente identificables: estrés o agobio por el mero hecho de sentirse obligados a consumir grandes cantidades de datos; incapacidad de formar una opinión propia sobre algún tema en concreto; dar por hecho informaciones que no contrastan; o la adicción –cual nueva droga– al consumo de contenidos en las redes sociales. No hace falta ser un experto para confirmarlo, si mira a su alrededor la mayoría de las personas que vea seguro que andarán pendientes de su móvil. Según las estadísticas pasamos 5 horas 45 minutos conectados diariamente a internet. Un tiempo que le restamos a otras cosas porque, a diferencia de los datos que siguen y siguen creciendo, nuestro tiempo es finito y nuestras 24 horas no dan para más. ¿A dónde vamos a parar con una sociedad que cada vez se informa menos y se entera peor? Los infoxicados devienen en víctimas propiciatorias de la denominada posverdad y sus propagadores. Ya saben, esos que distorsionan deliberadamente la realidad (la verdad no les importa) manipulando creencias y emociones para incidir en la opinión pública y así cambiar, siempre en su propio beneficio, actitudes y comportamientos sociales. Me temo que esta infoxicación terminará generando autómatas. Peligroso, mucho.
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