Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Enrique V. de Mora Quirós

Profesor de la Universidad de Cádiz

Interrogantes sobre una cumbre que no es cumbre

La mal llamada Cumbre del Clima que se celebra en Madrid me plantea un conjunto de cuestiones que pongo hoy sobre estas líneas. Escribo a vuela pluma e intentando ordenar lo comentado con unos y otros en los últimos días. Sorprende de entrada que una España sin gobierno estable y con serios problemas para conseguir y mantener una estabilidad política que tarda en asentarse, se apreste a organizar un evento que debe dar imagen de un anfitrión institucionalmente fuerte, sin otros o más graves problemas en los que ocupar su tiempo, un tiempo distraído o robado a las más necesarias horas para lograr un Ejecutivo fuerte y sin zozobras ni dependencias.

Para continuar, e imaginando las infraestructuras y movimientos de personas y cosas que han debido hacerse, imagino el coste que ello ha tenido para la salud climática en general: transportes, electricidad, desplazamientos, energías varias empleadas…y no sé si ello equilibra la balanza con la presunta alimentación ecológica que disfrutarán los participantes, entre los que no se encuentran precisamente los representantes de las potencias más contaminantes, y que al fin y a la postre son las que están en la “Cumbre”

No podemos en todo esto olvidarnos de la protegida, mimada, encumbrada, y suponemos que suficientemente subvencionada activista Greta Thumberg. Hubo un tiempo en el que el activismo era pobre y heroico, se buscaba la vida, dormía mal y luchaba en condiciones de precariedad. Hoy asistimos a la puesta de largo de un activismo bien alimentado, promocionado, esponsorizado por no se sabe qué intereses y personificado en una adolescente sobre la que es lícito y hasta necesario preguntarse a quien tiene detrás. En todo caso, un activismo que no da muy buen ejemplo para todos aquellos quinceañeros que cotidianamente no tienen tiempo para salvar el planeta, y que más bien sólo tienen tiempo de salvarse ellos.

Muchos estamos preocupados por la salud ecológica. Empezando si quieren por los defensores de lo taurino, que sabemos de la importancia ecológica y biológica de las dehesas, de su riqueza de flora y fauna. Si desaparecieran porque no tuvieran el objeto al que se destinan, ya veríamos en qué se convertirían de aquí a unos años. Me acude este ejemplo a la memoria y por ello lo hago constar. Como no se me escapa que el ecologismo es caro, y no está al alcance de todo el mundo. Comamos comida ecológica, perfecto. Pero digamos que debemos pagar más por ella, y miremos el bolsillo de muchos. Ahora le está tocando al turno a la carne, sobre la que cae una especie de nueva maldición del neoapostolado vegano y demás compañeros de viaje. Veremos a quien le toca el turno después.

Tengo la sensación de que todo esto juega con los sentimientos más nobles de la especie humana, y los instrumentaliza al servicio de intereses extraños, inconfesados. Si hemos de volver al campo, a la vida sencilla, al calor natural, dígase alto y claro. Pero díganse también los costes que ello tendrá, que no serán precisamente pocos. Y explíquese razonablemente cómo se va a hacer todo eso en términos de proceso: objetivos, costes, sacrificios, efectos…Tendrán que explicarnos cómo, por ejemplo, va a ser la vida en las ciudades, cómo serán los transportes que nos acerquen o alejen más o menos. Qué haremos con las vacas, cerdos, pollos, gallinas, pavos…si tendremos un huerto en el lavadero, si la cosmética y la higiene serán también ecológicos y a qué coste, si la alimentación nos capacitará en términos calóricos para afrontar la vida laboral cada vez más compleja…

Y si todo este nuevo horizonte que se plantea será abierto y universalizable, o sólo al alcance de unos pocos. Porque no todos podemos ser como Greta, que de seguro ya tiene un puesto envidiable en ese nuevo orden que está ayudando a difundir. No todos podemos decir lo mismo. A veces, lo inconfesado se reviste de ropajes atractivos. Es la eterna historia del lobo disfrazado de cordero, o de las viejas fórmulas del darwinismo social que se remozan y rejuvenecen.

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