Fue la frase que pronunció Josep Tarradellas cuando, tras su vuelta del exilio, salió a saludar al pueblo catalán congregado desde el balcón de la ‘Generalitat’: “Ya estoy aquí”, dijo aquel político nacionalista que en nada tiene que ver, desgraciadamente, con los actuales separatistas.

Pero esta columna no va de política territorial porque está llamada a expresar empresas más importantes.

El consejo de la Unión de Hermandades presentó la guía de Cuaresma y el cartel del Vía Crucis. Y ayer sábado, Miguel Guerrero bordó el anuncio al previo de la Semana Santa. Por tanto, ya está aquí el tiempo esperado. Ese que arranca el Miércoles de Ceniza cuando los cofrades levantaban la persiana de la ventana para ver qué día hacía. Si el Miércoles de Ceniza llovía era mala señal para la Semana Santa. Creo que pocas veces tuvo que ver esta vieja superstición con la realidad. Y si la tuvo, nadie se acordaba del parte meteorológico del miércoles cuando ya estábamos en la Pascua de Resurrección.

Llega, por tanto, los días de montaje de pasos y altares de cultos. Días de ensayo con las cuadrillas y de pulir la plata cofradiera con un paño. Jornadas de quinarios y de lavandería. De torrijas y de arroz con leche. El tiempo en el que las cofradías deben despertar rápido para entrar a plena máquina en los preparativos. Presentaciones, pregones, mesas redondas y conciertos de bandas. De repaso a los dorados de los canastos y de papeles sobre la mesa de la secretaría.

El próximo miércoles arrancará la Cuaresma. A la espera de ese domingo donde el que no estrena algo… Será la Semana Santa del Sábado Santo con pasos —ad experimentum— y de itinerarios que no sé si irán en el bolsillo de la chaqueta o en el móvil de cada cofrade.

En definitiva ya está aquí la Cuaresma siempre soñada. La que permite que nuestro brazo se estreche a la espera de los días santos que están más cerca. Antesala del deseo cumplido. Rosa con pétalos que se irán durmiendo en las páginas de un viejo libro donde la vida no cesa a la espera del capítulo más anhelado que ya está más cerca que nunca.