Jerez: gorrones, un Belén viviente y la Esperanza

Cartel del Belén Viviente del colegio Madre de Dios y la Virgen de la Esperanza de San Francisco.
Cartel del Belén Viviente del colegio Madre de Dios y la Virgen de la Esperanza de San Francisco.

19 de diciembre 2022 - 06:00

Alfa: Es punto menos que imposible evitar a toda costa los gorrones empedernidos en derredor. Y es que vosotros, los señoritos que todo lo consumís de pescuezo, me evocáis -como las golosas y vulgares moscas de la poesía de Machado- todas las cosas. Con ellos es de veras complicado aplicar el borrón y cuenta nueva. Porque la sola intentona se trueca enseguida en gorrón y cuenta vieja. Nada cambia: los caraduras conservan su papel de Pepe Trola de principio a fin. Y ya no hay forma humana de desasirte de quienes ni por asomo piensan desabrochar la de Ubrique ni ahora ni después ni tampoco a altas deshoras de madrugada. No siempre se les venir: ya sabemos a ciencia cierta que las apariencias engañan y en el caso de los profesionales del gañote aún más todavía. Los argumentarios para comer de válvula -verbigracia- alcanzan cotas peregrinas. ¿Cómo se las ingenian? Sin duda bastante mejor que Lola Flores en aquella castiza canción del “cómo me las maravillaría yo”.

Existe y coexiste y subsiste una variada gama de profesionales de la Hermandad del Solemne Puño Cerrado que además no cejan en el contradictorio empeño de explayar una vida siempre muy por encima de sus posibilidades económicas o al menos por arriba de cuanto la tacañería congénita le permite. Sus hábitos cotidianos siempre recaen finalmente en el bolsillo del prójimo. Esa canasta de tres puntos la encestan con disimulo quienes no aparentan tiesura sin donosura. Hay que tener ojos avizor sobre todo en esta época de espumillones porque los invitados por cuenta corriente de terceros beben y beben y vuelven a beber… ¿como los peces en el río? El gorrón no es especie unitaria a horas vistas -con minutos de caducidad- sino que van como encontrándose casualmente -¿fenómeno de convergencia?- hasta arrinconarte a la chita callando en menos que canta el gallo de Morón.

Las zambombas populares a pie de calle –“ven, ven, ven, en Nochebuena vente pa Jerez”- constituyen su hábitat natural según los códigos tácitos de estas fiestas también de truco o trato. Son los sablistas del “qué te quiero, entraña mía”. A la hora de acoquinar -¡tos por igual, valientes!- sienten ellos ipso facto una irreprimible necesidad de acudir al urinario y si te vieron, ya no lo recuerdan. Este arte de esfumarse sin ton ni son está catalogado en el libro Guiness de los Récords como una ciencia exacta capaz de hacer desaparecer a humanos sin magos ni chisteras. ¡No perdamos comba! Los peseteros se atrincheran al acecho. Que no nos la den con queso curado. Curado, claro está, de espanto.

Beta: Nadie pase por alto -ni de largo- el Belén Viviente protagonizado por los alumnos del céntrico colegio de Madre de Dios, regentado por las Hijas de la Caridad, que tan impagable labor educativa (vivenciana) realizan en nuestra ciudad desde tiempo inmemorial. El Belén Viviente -que a ningún ciudadano dejará indiferente- podrá visitarse este martes día 20 del presente mes de diciembre en horario ininterrumpido de cuatro a seis de la tarde. ¡No faltéis!

Gamma: Cambio de tercio. Y de terno. Está siendo archicomentado en el mundillo cofradiero cómo ha vestido Jesús Tamayo Martínez -y sus manos de blonda- a la Virgen de la Esperanza de San Francisco –¡una de las debilidades de este artista de retina capaz de trasformar aquel rostrillo de seda en una obra de ingeniería!-. Cuando Jesús Tamayo se siente cómodo hace filigranas con los algodones de la imaginación. Y con la simetría de un avemaría que dicta secretos sin contraseñas. Jesús Tamayo es capaz de tocar el cielo con dos agujas y un grupo de camareras entregadas al amor de María Santísima. Todos, ellas y él, apenas musitando el silencio en la ribera de los labios. No secretismo, sino privacidad. No oficio, sino poesía de terciopelo. No destreza, sino virtud que se recose con hilo de oro. No encargo, sino ofrenda. No destello, sino Spes Nostra. Siempre Esperanza: ¡Bendita, tú, entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!

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