Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Jerez: riñones del bar Ubrique y pasteles de OlivaPan

Pasteles que son como versos de León Felipe: diferentes en su sabrosura.

Pasteles que son como versos de León Felipe: diferentes en su sabrosura.

Alfa: Si algún jerezano, por hache o por be, por fas o por nefas, aún no ha tenido la dicha de visitar la panadería/pastelería de OlivaPan -en Parque Empresarial, calle de las Ciencias-, no debe aguardar ni una milésima de segundo. ¡Por tutatis, ya está tardando en demasía! Y no únicamente por su pan cien por cien saludable, sino también por las vitrinas de pasteles que son como los versos de León Felipe: todos tan diferentes en su singular sabrosura. Prueben la palmera de yema y chocolate. O la mini tarta de hojaldre -y crema- con fresas, arándanos y kiwi. Para chuparse los dedos. Hincar el diente en la tierna frescura de estas tentaciones de exquisita repostería constituye un acto de reconversión consigo mismo. Un bálsamo alimenticio. Un brebaje de Astérix el Galo. Una pócima prodigiosa. Una purga de Benito. Por cierto, para los peques de la casa, los donuts de fresa conservan el sabor de los antaño míticos pastelitos de la Pantera Rosa que tanto hicieron las delicias de los niños nacidos en la década de los setenta.

Tomen buena nota -de carrerilla- los amantes del pan para evitar una agarrada con el pronto olvido. Y apunten -con caligrafía de harina y con dictados de trigo- panes tales el crujiente de avena, el multicereal, el rústico al centeno, el de chocolate y naranja. ¿No se le hace la boca agua al agudo lector? El pasado viernes visité aposta este establecimiento. Entré con sigilo a la hora de la sobremesa, como quien está a punto de perpetrar una estancia inconfesa para colarse de rondón en este rincón también apto para los forofos del gourmet. En apenas un abrir y cerrar de ojos ya me seguía -y no perseguía- una cola de personas -algunas clientes fijas- con idéntico propósito al mío. Afinidades electivas. Una de ellas: un muy prestigioso rejoneador -primera figura internacional-. Cuando abandoné el lugar, bandeja en mano, miré de reojo la cristalera de empanadas que me desafiaba en silente hermosura: tras ella, como abiertas a la seducción más apasionada: la de pollo y salsa gaucha, de la atún y pisto y huevo duro, la de cebolla caramelizada y rulo de cabra…

Beta: No voy a formular la pregunta que pretende descifrar dónde están instaladas las calderas de Pedro Botero. Ni el porqué Marina Castaño -hoy sin fortuna, sin honores, sin editoriales- prohibió el pincho de tortilla a Camiló José Cela, a la hora del aperitivo, durante las postrimerías de la fecunda vida del autor de ‘Cachondeos, escarceos y otros meneos’. Ni el para qué tantos ilusos hablan con la boca abierta de cuajo -por su asombro con billete de ida y vuelta- ante los diptongos del discurso de la moción de censura con firma de Ramón Tamames. O si de veras están enamorados Carmen Alcayde y José Antonio Canales Rivera. Ni el porqué Grecia da jarilla y jarana y tangana a la negociación del friso del Partenón. Ni dónde está la magdalena que nunca sirvieron a Andrés Pajares. Ni el porqué no se ha dado bombo y platillo a la redonda efemérides del 45 aniversario del estreno de Mazinger Z en España -¡aquel 4 de marzo de 1978 en el que ya comenzamos a familiarizarnos con el doctor Infierno, el barón Ashler y Koji Kabuto!-. Pero sí me atrevo a proponeros un mediodía de tapeo en el bar Ubrique de la barriada de Granja. Precios baratísimos y una amplísima carta con cocina casera de olores de patios de vecinos de domicilio de nuestras abuelas a la hora de almorzar. El revuelto de papas con huevos a la antigua usanza y los riñones al jerez como tradicionalmente siempre se han elaborado son dos indicaciones de entrada. Los viernes suele servirse una cazuela de degustación del guiso del día. Las papas con costillas deberían obtener un premio nacional de gastronomía. Lo juro por las cuatro esquinitas que tiene mi cama y por el pantalón a rayas blancas y azules de Obélix, que a la sazón fue el primer aficionado del Jerez Industrial de toda la Historia. ¡Tracatrá!

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