Francisco Domouso Martínez

Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2023

Tribuna libre

23 de septiembre 2023 - 03:03

CELEBRAMOS mañana la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2023, el mismo día en el que festejamos el día de nuestra Patrona, la Virgen de la Merced, que me lleva a pensar en ciertos paralelismos. Afirmaba hace unos días un buen amigo, hablando de la Virgen en este mismo medio, recordando a Tirso de Molina, que “Todo lo que no sea restituir libertades oprimidas, júzguese como tiempo ocioso y mal empleado”. De ahí que el lema de este año para la Jornada, cobre aún más sentido: “LIBRES DE ELEGIR SI MIGRAR O QUEDARSE” y esa es la primera libertad oprimida que nos encontramos en este día.

Y en este rincón del planeta, tan próximo y tan alejado de esa elección, conocemos desgraciadamente lo que significa no poder ejercer ese derecho, ya que, a una de nuestras playas, hace más de 35 años, arribó el primer cadáver, por el naufragio de una patera. Era el de un chico de Nador, de 23 años, que no tuvo la oportunidad de elegir.

Y es muy doloroso tan solo, saber que no se tiene ese derecho. Recuerdo, cuando en Tánger, un migrante tanzano me dijo esas palabras tan verdaderas como crueles, por la indignidad que reflejaban: “La gran diferencia entre tú y yo, no es la piel, o la cultura, ni nuestra religión. La verdadera diferencia es que tú puedes venir aquí cuando desees y yo deseándolo, no puedo ir allí”.

Y no solo es debido a las políticas de externalización de fronteras de la UE, también la maquinaria mediática e ideológica, que nos inocula miedo al extranjero y que nos hace tropezar en la misma piedra, convirtiéndonos en sordos, ante tanto dolor. Así, la maravillosa muestra de acogida ante el desastre de los sirios huidos de la Guerra, o a los ucranianos por las mismas causas, encierra una cruel paradoja: años antes, los invisibilizábamos o los rechazábamos y devolvíamos en frontera. O también, la afortunada, pero llamativa respuesta ante los desastres actuales de Marruecos o Libia, cuando hasta anteayer, lo que se escuchaba eran solo palabras de rechazo. Vivimos a golpe de sentimientos noticiables.

Pero es que, es aún menos comprensible y mucho más escandaloso, cuando muchas de esas actitudes y comentarios, vienen de una parte (pequeña, pero a veces ruidosa) de los miembros de la Iglesia. Cuando se habla (si es que se habla) de la Encíclica “Laudato Si”, de manera casi de soslayo, porque pone en el cuidado de la Creación, casi un primer deber moral y en las acciones que fomenten la protección de la vida humana y el cuidado de la Casa Común con la riqueza de su biodiversidad, algunos se sienten “incomodos”. Por eso debemos poner el acento, en reconocer y desarrollar una Pastoral comprometida, que permita también creer en el derecho a quedarse en su misma tierra.

Muchos de esos grupos, confundidos ideológicamente por motivaciones políticas, ponen el grito en el Cielo, con solo nombrar en la Iglesia la Agenda 2030, las Mesas de Hospitalidad o los Encuentros Ecuménicos; es como si fueran piedra de escándalo.

De ahí, que cada vez debemos tener más presente, eso que Pablo VI decía: “El mundo necesita más testigos que maestros”, para lo cual, nuestra actitud debe movernos a ser más profetas hacia adentro, para no caer en el fariseísmo de serlos solo hacia afuera. Y es que, si no cambiamos las conciencias, no cambiáremos la sociedad, ya que no existe atajos para la modificación de las estructuras injustas, como tampoco hay atajos en las conciencias.

La flaqueza en la que caemos constantemente, es en la de salvar las conciencias con un asistencialismo adormecedor, que además nos impide que reivindiquemos con un enfoque de derechos, la dignidad de las personas. Y uno de estos derechos, como afirma el Papa, es el “Derecho a permanecer en la propia tierra” y para ello hay que considerar de forma atenta, las causas de los flujos migratorios, que imponen en muchos casos una migración forzada, porque no tienen posibilidad de participar en el Bien Común, el Derecho a Vivir con Dignidad y el acceso al desarrollo sostenible.

Como afirma Santiago Agrelo, “si no vemos, si no oímos, si no somos conscientes de nuestra responsabilidad en lo que sucede, no daremos una oportunidad a la Justicia; no habrá un lugar en nosotros para la Compasión; no será posible la Hospitalidad” …y sin Hospitalidad, hablar de Derechos, es una quimera.

Y esa es nuestra tarea sagrada, que Todos, Todos, Todos, tengamos el Derecho a emigrar o quedarnos en nuestra tierra, de una manera libre y sin que los bienes de la tierra sean conculcados, por los intereses de unos pocos, que además luego, también excluyen de otros derechos fundamentales a las personas.

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