La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Con la Jornada por la Vida

Ningún avance en derechos humanos permite un retroceso total a la situación anterior. Se pueden producir puntualmente retrocesos en entornos en los que parecían garantizados -bárbara agresión rusa a Ucrania- pero lo ganado está garantizado. El pasado febrero escribía el historiador Alfonso Lazo en este diario: "La socialdemocracia ganó la guerra y ahora en los países europeos rigen en la práctica sus principios. El socialismo democrático cumplió su destino histórico". Es cierto. E irrenunciable.

Pero también sucede con el mal, aunque afortunadamente en menor medida. Se repliega cuando sus agentes son vencidos. Pero algo del terreno conquistado permanece ya. El reflujo de la marea del mal no es total, no todo vuelve a ser como antes de su expansión, hay líneas que una vez traspasadas mantienen algo de lo ganado. Una de ellas -en mi opinión personal que sé minoritaria y desde luego derrotada por la realidad social y política- es la de la consideración del aborto sin causa terapéutica como un derecho que, contra toda evidencia científica, reduce el feto humano a una parte del cuerpo de la mujer sobre el que tiene derecho a decidir. Así se legisla, así se pide desde Amnistía Internacional -"el acceso a un aborto seguro constituye un derecho que debería poseer toda mujer, niña o persona que pueda quedarse embarazada"-, así lo pidió Macron al Parlamento Europeo solicitando que el aborto se incluya en la Carta de Derechos de la UE. Incluso llevando los plazos -caso de Colombia- hasta los seis meses, lo que fue saludado así por la abogada Mariana Ardila: "Ya está despenalizado el aborto hasta 24 semanas y es un gran logro para las mujeres; es histórico para Colombia y para América Latina, es un paso y es un avance muy importante para seguir garantizando la vida, la salud, la libertad y el derecho a decidir de las mujeres".

Hoy, Jornada por la Vida, quiero decir que entiendo esta absoluta desprotección del feto humano como la pervivencia de ese terreno conquistado por el mal desde el darwinismo social y la eugenesia al nazismo, que prohibió el aborto de los fetos arios, pero legisló la eliminación de los deficientes tanto no nacidos como nacidos (la Aktion T4 encubierta como humanitaria eutanasia y principio de higiene racial), a las prácticas de esterilización y aborto forzosos de "indeseables" -sobre todo gitanas- desarrolladas en la muy civilizada Suecia hasta 1975.

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