Hay una estatua en el centro de Badajoz del Porrina Adivinendedónde, cantaor y no malo. Es verdad que los gitanos usan el flamenco, lo dice la nueva Ley (aunque no me terminan de hacer gracia estas clasificaciones salvo para señalar a quienes discriminan) pero siempre ha existido una pugna entre intérpretes gitanos y payos (término no citado) que no nombra. La Unión minera está en Murcia y Rosalía, que es Doctora en cosas flamencas, es catalana, y en Madrid y otros muchos lugares del pellejo peninsular el flamenco está en la calle como en las barriadas pobres andaluzas.

Sí, he dicho barriadas pobres, primero porque ahí se oye, y segundo porque el flamenco es música popular y el "pueblo" en general no ocupa amplios residenciales con jardines. El flamenco de los ricos no existe, sí existen ricos que han llegado a serlo con el flamenco o que lo consumen. De hecho, oír a un marqués cantar "Que yo no he matao a naide anoshe en la carretera [lupanar]" no resulta muy creíble.

En este furor normativista, nuestros andaluces políticos aburridos (gestión de la realidad vemos poca) han hecho una Ley del Flamenco que señala su singularidad en la Cultura andaluza; lo que me lleva a pensar que el resto de autonomías hará lo propio o ¿cómo puede ser singularidad lo que compartimos con los demás? Ya son ganas, y añadamos que, imagino, uno puede ser andaluz sin que le gusten las flamenquerías ¿no?

Al sector profesional le viene bien y bien por ellos, pero eso nada tiene que ver con el flamenco y sí con el negocio. De hecho, si alguna función va a tener esta Ley es ahondar la brecha cada vez mayor con respecto a la calle, la deriva popular seguirá su curso y muchas veces lo hará contra esta normativa, no hay puertas en el campo. Y ése es el flamenco de verdad, un hecho no regulado, no legislado.

Como todo fenómeno popular, el flamenco se puede estudiar y analizar, incluso conceptualizar técnicamente, pero amoldarlo a teorías que no sean análisis históricos o descriptivos es negar su propia sustancia. El Flamenco en un conservatorio al máximo nivel se puede estudiar como cualquier fenómeno humano, pero hacerlo algo "estudiable" prescriptivamente es confundir su esencia o hacer de él parodia (frecuente en nuestros días).

Yo he convivido con el flamenco y los toros toda mi vida, ni soy flamenco ni taurinófilo; pero sé distinguir, conozco porque soy tan heredero de estas tradiciones como los citados en la Ley, y lo que he vivido en esos ambientes es la antítesis de una Universidad y dependería mucho de lo que definiéramos como Cultura, conservar es un concepto contrario a lo que significa el flamenco. ¿Sobré qué ingeniarán la Cátedra siguiente?

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