Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Líderes

Otro encierro. Más mascarillas de diseñito y de marquita, estampadas y con la banderita. Y el saludo con el codito

Algunos no han dejado de hacerlo, porque volver al centro de trabajo no se ha hecho al cien por cien. Así que muchos no tendrán que regresar: estarán en él cuando llegue el segundo encierro. O no. ¿Cómo será eso de un despido mientras se teletrabaja? ¿Te llega un e-mail? ¿La pantalla del ordenador funde en negro? ¿El remoto se va a un punto remotísimo del universo cibernético y no regresa jamás? ¿Aparece de pronto la jeta del jefe o de la jefa de recursos humanos como un emoticono gigante con una enorme risa y un géiser de lágrimas esgrimiendo tu cese, el fin del contrato? ¿O acaso bloquea el portátil? ¿Llegaremos a oír algún día en el sitio al que llevamos a que nos reparen el ordenador: "Al ordenador no le pasa nada, señor, sólo es que ha sido usted despedido"? Sólo. Ya no habrá teletrabajo. Pero sí encierro. ¿Qué haremos entonces con el ordenador? Tranquilos. Google saldrá en nuestra ayuda, nos perdonará todo lo que hemos dicho y escrito contra él (o contra ella, ¿Google es femenino, masculino? ¿Tiene sexo?). Nos acogerá en su seno. Y podremos volver a teletrabajar en otro teletrabajo. Lo que sea. La Triple W nos lo facilitará.

Esto es una posibilidad como cualquier otra. Mera elucubración, de hecho.

Y esto podrá ocurrir con España encaramada en el liderazgo. Esto es verdad.

Somos los primeros de todo el continente europeo en contagios (supongo que el continente europeo es el que era, que no hay otro). Por fin vamos en algo por delante de los demás. Ya podemos resarcirnos de tanta mediocridad anterior. O se tienen contagios o no se tienen. Ahí estamos. Creciendo. Progresando. Por delante de Reino Unido. De Italia. De Francia. Una potencia.

Encerrados, sí, por segunda vez, pero líderes. Teletrabajando de nuevo, de acuerdo, pero los primeros. Y si no se teletrabaja ni se trabaja a secas, que se sepa: a la cabeza. Parados pero preparados, muy bien preparados, para una segunda oleada de eslóganes. Para una segunda oleada de carteles, más carteles, y pancartas y murales y banderas en los balcones. Y para una segunda oleada de aplausos, muchos aplausos, más aplausos. ¿Cómo van a faltar aplausos en un país en el que se aplaude hasta en los entierros?

Un segundo encierro. ¿Para qué llamarlo confinamiento? Encierro, cojones. Otra vez. Más teletrabajo, mientras lo haya... Y más mascarillas de diseñito y de marquita con el estampadito y con la banderita. Y el saludo con el codito y el piececito. Y otra vez toda esa mierda. Eso sí, como líderes.

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