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O a Laura García no le contaron cuando era pequeña el cuento de la liebre y la tortuga o si lo hicieron no le prestó demasiada atención a la moraleja. El caso es que la imagen que pretendía dejar a España y al mundo, celebrando su medalla de bronce en los 20 kilómetros marcha con bandera española al cuello incluida, se convirtió en carne de memes y de chistes en un visto y no visto. La carita de la atleta española fue todo un poema cuando se dio cuenta de que la ucraniana la adelanta in extremis justo antes del paso por meta.
En último instante de cualquier competición se han conseguido muchas gestas increíbles, remontadas espectaculares y en alguna que otra ocasión errores garrafales como el cometido por Laura. Celebrar una victoria cuando aún no se ha terminado la competición, cuando menos es una falta de respeto hacia el resto de contrincantes y el respeto debería ser uno de los pilares sobre el que debería vertebrarse cualquier trayectoria deportiva, profesional y vital. Pero encima en este caso el batacazo es doble porque terminas haciendo el ridículo.
El respeto es tan valorado en la práctica deportiva que, por ejemplo, en partidos de baloncesto cuando se juegan los últimos segundos del partido y la ventaja es insalvable para uno de los contendientes, el que va ganando suele botar la pelota sin atacar y suele tender la mano al rival, mostrándole así todo el respeto al derrotado.
En el caso de la marchadora española, de casi 30 años, al menos ha sido capaz de reconocer el fallo de su acción, a la vez que mostrado propósito de enmienda y aprender de cara al futuro: "Espero aprender de este error. Seguir luchando, seguir trabajando y volver en la próxima vez más fuerte".
Errar es humano, pero como también nos decía desde pequeño rectificar es de sabio. Por encima del hecho en sí, de las mofas y críticas posteriores, lo realmente importante es lo que ha sucedido en la reflexión de la propia deportista. Todo el ruido externo es solo eso, ruido, muchos de ellos malintencionados e hirientes, del que ella en este caso o cualquier persona que incurra en un error similar debe saber aislarse, para focalizar en sacar provecho de un error de tal magnitud.
Porque entre errores y aciertos, entre alguna victoria y muchas derrotas, entre caernos y levantarnos se nos va escapando la vida. En nosotros está si a lo largo del camino vamos sacando algún provecho de todo ello o por el contrario, nos vamos convirtiendo e alguien que no merece el más mínimo de los respetos.
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