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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

De Lope a los Grammy

A los críticos de lo ‘comercial’ hay que recordarles que dinero, arte y público están unidos desde la Edad Media

Hoy, gala de los Grammy Latinos, celebración de la industria musical, quiero reivindicar las tan mal vistas bodas del dinero con el arte oficiadas por las industrias culturales. Un prejuicio que se remonta al renacimiento del público –gente que paga para oír, ver o leer algo cuyo éxito o fracaso sanciona– en la Edad Moderna. Recuérdese ese apasionante documento que es el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, que Evangelina Rodríguez, su editora en Clásicos Castalia, considera “el primer manifiesto del teatro moderno en el que Lope de Vega plasmó lo que ya había conseguido en escena: que las comedias se convirtieran en el mayor divertimento popular y en la más excelsa manifestación artística”, en el que Lope, rebosante de ironía, defendió su teatro ante la Academia de Madrid en 1609: “Cuando he de escribir una comedia, encierro los preceptos con seis llaves; saco a Terencio y Plauto de mi estudio, para que no me den voces (que suele dar gritos la verdad en libros mudos), y escribo por el arte que inventaron los que el vulgar aplauso pretendieron, porque, como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto”.

Dinero, creación y público están estrechamente unidos desde los inicios de la Edad Moderna. En lo musical hay que recordar que Händel se hizo empresario para explotar sus óperas en Londres o que los siete teatros de Venecia competían entre sí en el siglo XVIII ofreciendo a veces refritos como estrenos porque los compositores y libretistas no daban abasto a la exigencia de novedades. Desde el XIX los cambios sociales y las innovaciones técnicas dieron cada vez mayor poder al público y a las industrias culturales que servían sus gustos. El disco, la radio y el cine culminaron el rápido desarrollo de nuevas músicas que estrecharon los lazos entre industria y creación. Que no se limitaron a la tantas veces despreciada música popular que nos ha regalado tantos tesoros, desde la comedia musical y la canción al jazz o el rock. También a la clásica. Porque tan comercial es el sello de soul Atlantic como el de jazz Verve, el de clásica Deutsche Grammophon o el de música antigua L’oiseau-Lyre. Y tanto genio y calidades hay en unos estilos o géneros musicales como en otros. Recuerden lo que Ravel dijo a Gershwin, acomplejado por el desprecio hacia su música: “¿Por qué quiere usted ser un Ravel de segunda si puede ser un Gershwin de primera?”.

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