CATAVINO DE PAPEL

Manuel Ríos Ruiz

El Maestro Rodrigo, diez años después

13 de abril 2009 - 01:00

BAUDALAIRE nos dijo: "La música excava el cielo". Y Durrell consideraba que la música fue creada para confirmar la soledad humana. Joaquín Rodrigo, nacido el día de Santa Cecilia de mil novecientos uno y ciego desde los cuatro años, escogió la música para vivir un cielo y para salvar su desamparo, para ser alguien en el mundo. Creció en su vocación inmediatamente, en mil novecientos veintitrés firmó su "Suite para piano", que los musicólogos reseñan como propia de la vanguardia musical española de aquel tiempo. Y como en su momento Falla, el Maestro Rodrigo viajó a París para estudiar en la École Normale de Musique, teniendo como profesor a Paul Dukas, viviendo el ambiente artístico de la capital francesa con gran entusiasmo.

Ahora, cuando han pasado diez años de su muerte, pensamos que es un instante puntal para evocar su trascendencia creadora. El Maestro Rodrigo, ha quien conocimos personalmente en el Ateneo de Madrid -allá en los últimos años sesenta-, tiene en su haber obras tan significativas como "Preludio al gallo mañanero", "Cántico a la esposa" y ""Per la flor del lliri Blau", antes de componer "Concierto de Aranjuez", su obra más interpretada a partir de diez años después de que la estrenara Regino Saínz de la Maza en mil novecientos cuarenta. Obra que realmente supuso una nueva época en la música española, puesto que hasta entonces su autor era un desconocido para el público filarmónico. Y el prestigioso crítico Federico Sopeña elogió sus composiciones y adjetivó su éxito como retrospectivo, dada la tardanza de su reconocimiento en España.

En mil novecientos cuarenta y dos, Joaquín Rodrigo recibía el Premio Nacional de Música, por "Concierto heroico" para piano y orquesta. Seguidamente escribía su "Tocata" para guitarra, descubierta el en archivo de Regino Saínz de la Maza, por lo que no se estrenó hasta hace tres años, siendo considerada como la obra más importante del repertorio guitarrístico del siglo XX. Al Maestro Rodrigo, le fueron concediendo paulatinamente distinciones merecidísismas, como el nombramiento de Académico de Bellas Artes y Caballero de la Legión de Honor, así como varios doctorados honoris causa en universidades y su elevación a la nobleza con el título de Marqués de los Jardines de Aranjuez. Por otra parte, los libros escritos sobre su persona y obra son varios, firmados por Federico Sopeña, Joaquín Suárez-Pajares, Antonio Gallego y Graham Wade, entre otros. Y la discografía de la música para guitarra de Joaquín Rodrigo es extraordinaria, existiendo también una grabación integral de su obra, editada por EMI Classis en veintitrés discos. Todo ello puede ser conocido en la Fundación Victoria y Joaquín Rodrigo, en la madrileña calle General Yague, once, donde también se encuentra instalada la editorial correspondiente. Y como bien se ha escrito, la música del Maestro Rodrigo, es una constante lucha entre la luz y la oscuridad. En ella se cifró una vida tan curtida en avatares como finalmente en glorias. Diez años después de su final, nos ha complacido recordarla.

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