Si me queréis, irse

Manuel Romero Bejarano

Manuel Esteve, que estás en los cielos...

17 de octubre 2010 - 01:00

UNA calurosa tarde de julio de 1905 venía al mundo en una casa de la Corredera Manuel Esteve Guerrero, hijo del arquitecto Rafael Esteve Fernández Caballero y nieto del también arquitecto José Esteve y López, quien llegó de Valencia a mediados del siglo XIX para ocupar el cargo de arquitecto municipal y, de paso, revolucionar el panorama constructivo local. Como pueden figurarse, la infancia de Manuel Esteve se desenvolvió en un ambiente en el que la creación artística estaba muy presente. Desde niño se aficionó al dibujo y la pintura, llegando a realizar con el tiempo ilustraciones e incluso algún cartel, como el de las jerezanas Fiestas de Primavera de 1941.

No obstante, las verdaderas pasiones de Esteve eran la historia del arte y la arqueología, a las que dedicó su vida. Licenciado en Filosofía y Letras, pasó a ocupar el cargo de director de la Biblioteca Muncipal en 1931, erigiéndose desde entonces en una especie de factótum de la cultura local. Gracias a su esfuerzo, la biblioteca aumentó considerablemente sus fondos y el magnífico Archivo Municipal se mantuvo abierto a los pocos investigadores que quisieron consultar sus fondos.

Historiador mediocre, entre su escasa producción destaca Jerez de la Frontera. Guía Oficial de Arte, libro copiado literalmente hasta la saciedad por los que siguieron sus tres ediciones y origen del mal en ciertas teorías jerezanísimas como la autoría del Prendimiento por parte de La Roldana o la datación del Cristo de la Viga en el siglo XIV. Por contra, la devoción de Esteve por la arqueología enriqueció la Colección Arqueológica Municipal (germen de nuestro cerradísimo Museo) gracias a sus desvelos y a las campañas realizadas en Asta Regia.

Los méritos del insigne bibliotecario parecen más que suficientes para que hace algunos años alguien decidiera titular como 'Manuel Esteve' un premio de investigación histórica convocado por nuestro amantísimo Ayuntamiento. Quienes nos dedicamos al ingrato oficio de escribir sobre la historia de Jerez sabemos lo difícil que es publicar un libro que verse sobre esta materia, por lo que este premio suponía una importante ayuda para los investigadores. A través de sus ocho ediciones, autores tan importantes como Antonio Cabral Chamorro, Diego Caro, Jesús González Beltrán, José López Romero, Ángeles Álvarez, José María Guerrero y Antonio Morales han dado a conocer sus estudios. José Antonio Mingorance, con un magnífico trabajo sobre la esclavitud en Jerez ha puesto el broche de oro a esta serie.

Digo bien, porque el premio 'Manuel Esteve' ha dejado de convocarse, y eso que la convocatoria era bianual. Es verdad que los 1.200 euros de gratificación no te resuelven la vida, pero la publicación de la obra premiada es un tesoro para quien se parte la cara durante años en un archivo. No hay dinero, algo absolutamente cierto, pero permítanme hacer una reflexión al respecto.

Desde el santo advenimiento del actual gobierno municipal se han hecho en Jerez más de treinta conciertos multitudinarios. Pese a que se nos quiera vender la burra de que la mayoría han tenido coste cero, todos sabemos que eso es falso. De hecho, les puedo asegurar que en cada uno de ellos se ha gastado más de lo que costaba (entre gratificación y publicación de la obra) el Manuel Esteve. Quizás se trate de una cuestión de prioridades, quizás un premio de investigación histórica no tiene la tan ansiada repercusión mediática que buscan nuestros políticos.

Manuel Esteve, que estás en los Cielos, envía un rayo de cordura a quien corresponda. Hazle ver que cuando se apagan los focos de un concierto todo termina y al poco tiempo nadie se acordará del esfuerzo económico que hizo el Ayuntamiento. Sin embargo, publicar un libro riguroso sobre la historia de Jerez es algo que tal vez no saldrá en la portada del Diario, pero permanecerá para siempre en la memoria colectiva de esta ciudad. Manuel Esteve, que desde la Gloria contemplas el grotesco panorama cultural de este pueblo, haz algo para ayudar a los investigadores. Haz algo contundente, porque no va a ser fácil convencer a quien mantiene cerrado el Museo por el que tanto luchaste, gastándose los cuartos en fuegos de artificio.

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