Desde este palquillo, en donde ansioso vengo contando con los dedos de una mano, los días que nos separan de ver a la primera en nuestra carrera oficial, hoy vengo a hablares de La Colmena.

Y no, no se trata de esa gran obra literaria de Cela, la cual me permito recomendar su lectura para aquellos que aún no lo hayan hecho y especialmente, para las víctimas de la Lose o aún peor, aquellos que serán pasto de la Lomloe.... ¡Chicos, acudir siempre a los clásicos contemporáneos es un ejercicio sano y muy recomendable...

De la colmena que hoy les hablo, tiene mucho que ver con esta obra literaria. En unos días, todos y cada uno de nosotros formaremos parte de ese gran Todo, de esa bendita colmena, que es nuestra Semana Santa.

Todos seremos parte indispensable en el múltiple reparto de actores y oficios de este gran auto sacramental. Aquí ni sobra ni falta nadie y como en la obra del gran Camilo José Cela, en ese río interminable de personajes, estarán los que aparentan ser pero no lo son, los que son pero no lo aparentan y los que huyen de toda apariencia...¡Ufff que lío de colmena...!

Desde las filas de nazarenos a la gloria de las paveras de monaguillos, desde la especie protegida de hermanos costaleros, a los nuevamente costaleros asalariados. De capaces y capataces de sagas, a nóveles y atrevidos que tocan por vez primera un llamador. Desde el músico que toca al que toca al músico para cruzar irreverentemente la calle. Desde el cangrejero y su bulla ordenada al que busca bulla en el orden. Desde el que vende almendras como dijera el pregonero, al que las compra para calmar sus ansias de dulce y palco. Desde el que inmortaliza en su cámara el momento, al que al momento saca el móvil para romper el momento. De la camarera celosa junto a su virgen, a quien con humildad y paciencia despacha las barras y las mesas de las tabernas.

Del que informa con rigor la actualidad capirotera, al quien despacha sin pluma ni micro leyendas urbanas ¡ Y vive Dios que es verdad, porque su cuñado se lo contó. Desde el acólito con diez kilos de gomina como dios manda, al que manda....como lleva los pelos de modernito...Del que canta una saeta al que da el cante sin necesidad de cantar, de libreas y servidores a quienes vienen a servirse. Desde ángeles y arcángeles a Angelito ‘El Aguaó’ y su ardoz guerrero “Cofrades a la calle”. De figuras a figurantes y figurones...Bendita colmena la que ya nos aguarda, aquella que en apenas unos días se hará realidad en esta gran obra de teatro. Aquella, la de tres golpes de claqueta como los de ¡A un cielo con ella!... Schhh... Silencio, se rueda. ¡Luces, cámaras y acción!

(*) Leído en Carrera Oficial - Cope

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