Mariscada no era, eran unos langostinos...

Tierra de nadie

16 de diciembre 2013 - 01:00

ES lo que le oí decir al secretario de Organización de UGT Andalucía, un tal Manuel Ferrer, en una entrevista a un informativo de la televisión. El mismo que, sin inmutarse, comunicó en rueda de prensa que "habían sido borrados de los ordenadores del Sindicato -¡o lo que quiera que "aquello" sea- 1.756 archivos y 22.400 copias. El mismo personaje que, sin temblarle el pulso -ni, por lo visto, la conciencia-, afirmó "su temor a que la opinión pública interprete esto como una excusa para tapar las presuntas irregularidades". A propósito, el otro día, Cayo Lara, jefe de la formación -Izquierda Unida- que, junto con el PSOE, ha impedido que los dirigentes sindicales acudan al Parlamento de Andalucía a dar explicaciones sobre la repugnante obscenidad que se adivina tras todos los datos que están saliendo a luz pública; dijo que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, pensaba "que todos los españoles éramos gilipollas", en relación con lo que estaba pasando en la Agencia Tributaria. Por lo visto, nuestro Manuel Ferrer, Fernández Sevilla -dimitido secretario general de UGT Andalucía, presunto Feria de Abril, langostinos, maletines falsos, facturas infladas… ya saben-, Manuel Pastrana -dimitido, antes del dimitido, secretario general de UGT Andalucía, el que cargaba al Sindicato desde cenas en Sudáfrica hasta las chapuzas de la mansión en la que vivía, que también pagaba el Sindicato, claro- y también Cándido Méndez -el de los relojes de 25.000 euros, cenas en el restaurante del hotel Villamagna, de 5 estrellas, y etc.-, por lo visto, decía, piensan todos lo mismo que Montoro: qué somos todos gilipollas.

¡Manda sindicales huevos! Lían la que lían, sale la mierda que está saliendo -cada día un escándalo que añadir al estropicio que se han merendado, y comido, y cenado y… siempre a costa de "loh compañeroh y compañerah", eso que no falte- y ahora nos salen con que, ¡oh!, algún traidor interno nos ha borrado no sé cuántos miles de archivos y decenas de miles de copias… ¡Claro!, ya lo sentimos, cuando la juez Alaya nos llame para pedirnos papeles, le tendremos que decir que nos los han robado… ¡mira tú, oye, ya lo sentimos, con lo que nos gusta colaborar con la Justicia!!- Decididamente, nos toman por soplapollas irrecuperables.

Si no fuesen lo que parece que son, no cuando sale la cantidad de mierda que está saliendo -no habrá alcantarilla capaz de evacuarla-, si no cuando hubiese salido un mínima pate de lo que estamos viendo, hubiesen tenido que poner al Sindicato patas arriba, remover Roma con Santiago, acudir a la Justicia, depurar responsabilidades y empezar desde el principio. Pero lo que están haciendo es todo lo contrario: "el barbas", desde Madrid, dice que no sabe lo que hacen en Andalucía, en Andalucía dicen que se van, pero con la cabeza muy alta, o que lo que ha ocurrido es algo puntual, o que -ahora- les han borrado los archivos… pero, ¿qué coño es todo esto?

Si a lo que están publicando los periódicos, añadimos lo que queda por venir y que todo se ha pagado con dinero público, en la mayoría de los casos, destinado a paliar la situación, terrible, de los que siendo más humildes, encima, se han quedado sin trabajo y, también, que quienes parece que lo han hecho son quienes dicen, trabajan y cobran, para defender los derecho de los más desfavorecidos… ¡apaga, y vámonos!

Por si fuera poco, Susana Díaz, la flamante presidente de la Junta, que nadie eligió, el "azote de los corruptos" -dice ella-, se estrena con un "no" a la petición de comparecencia, hecha por un partido de la Oposición, de todos los dirigentes sindicales presuntamente implicados en la trama que se ha descubierto. Esto es demasiado. Demasiado para cualquier sociedad democrática madura, para nosotros, unos recién llegados al mundo de los demócratas -bastante rápido hemos andado, con lo poquito que nos han dejado movernos-, ni hemos madurado; ya me dirán ustedes cómo vamos a poder superar, suprimir, reiniciar y volver a empezar un proyecto de sociedad en la que se pueda medio respirar.

No, no era una mariscada, señor Ferrer, eran unos langostinos -que, por lo visto, deben ser cordones de zapatos-. Lo que sí es, es una desvergüenza indigna, un desafuero repugnante, un engaño luctuoso y una obscenidad intolerable. ¡Váyase usted también, hombre!

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