¿Por qué la Monarquía?

No hay diferencias esenciales entre una república y la monarquía parlamentaria

La respuesta es simple: porque lo dice la Constitución. Los matemáticos sabemos que las preguntas que requieren respuestas complejas están mal formuladas o vacías de contenido. Los demócratas no abundan y muchos de los que a sí mismos se llaman demócratas no creen, aunque algunos de entre ellos no lo sepan, en la democracia. O la entienden aplicable solamente a los demás, siguiendo ese precepto socialista de lo mío es mío y lo de los demás es a medias. Por eso se ven banderas caducadas, incluso de triste memoria, o de nula vigencia ni significación, en las manifestaciones celebradas según -dícese- los dictados de la democracia. Muchos descerebrado hay en la viña del Señor; pero con derecho a voto, que es lo malo. Aunque no hay esperanza in extenso para los colectivos que, por la razón que sea, resentimientos de ordinario, no respetan en absoluto aquello que proclaman, hay que insistir, pues habrá más alegría en el Cielo por un pecador que se convierta que por cien justos que perseveren.

No hay diferencias esenciales entre república y monarquía parlamentaria. Los demócratas de chichinabo, que son aquellos que esconden tras una aparente pulcritud, una frustración innata o adquirida en la inconsciencia, argumentan la no elección del monarca como elemento de descalificación. Entienden que la acción de elegir cualifica a lo elegido, cuando no tienen más que mirar hacia la Naturaleza para comprobar que es lo contrario, que es lo determinado por esa Naturaleza lo que realmente cualifica.

En la democracia, la norma es condición sine qua non de viabilidad. Y la norma -la Constitución- es nuestra referencia. Ahí se establece el sistema y sus símbolos. Su transgresión es un atentado contra la democracia y apunta en direcciones de las que Dios nos libre. Pero es que además, la monarquía ha permitido una transición que será siempre una referencia en la historia de los pueblos del mundo, introduciendo una democracia avanzada y preservándola de sus enemigos. Y no sólo eso: la monarquía es bastante más fiable y barata que la república, por cuanto la sucesión en la Jefatura del Estado se produce de modo natural y recae sobre una persona educada para ser lo que va a ser y en la neutralidad ideológica, en un exquisito respeto por la Historia y las tradiciones seculares y no sujeta a las veleidades de la partidocracia; inevitable degradación de la democracia por mor de las limitaciones de la condición humana.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios