HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Ops Consiva

26 de agosto 2008 - 01:00

EXTRAÑA y no aclarada diosa romana, cuyo origen se ha supuesto sabino sin que se sepa bien del todo, cuyas funciones tampoco estaban definidas porque ya las tenían otras divinidades. Se celebraban sus fiestas a final de agosto para pedirle la abundancia en general y en especial que los campos fueran fecundos y dieran opima cosecha. Se le atribuían también funciones maternales como protectora de los recién nacidos. Su sobrenombre de Consiva le venía porque tenía dos fiestas, una ahora en estos días, compartidas con el dios Consus, los Opiconsivia, y otras para ella sola en diciembre, los Opalia, ambas relacionadas con la fecundidad de la tierra. Llegó a tener templo en el Capitolio y tenía que ver, no se sabe en qué sentido, con Saturno. Se la representaba sentada en un trono con cetro en la mano, o bien con un manojo de espigas. Esta pobre diosa acabó en niebla mítica por la cantidad y calidad de sus competidoras.

Dentro de la oscuridad, Consus es de una identidad más clara. Dios romano muy antiguo, no llegado de Grecia, tan antiguo que ya estaba en la fundación de Roma y durante sus fiestas fue el rapto de las sabinas. Deidad de la tierra, como Ops, (su nombre español más propio es Ope) con quien se le empareja, y enterrado estaba su altar hasta que llegaban sus fiestas en el Circo Máximo. En el nacimiento legendario de Roma se le creía protector del grano sembrado, de los meteoros y plagas que podían dañarlo, de ahí su asociación divina con Ops. En sus fiestas se desenterraba el altar, se le hacían las libaciones y los sacrificios pertinentes, los caballos, mulos y asnos no trabajaban aquel día y se coronaban de flores, había carreras de caballos, incluso de mulos, muy apreciados en Roma, y se les daba un banquete a los esclavos que trabajaban en los campos. Acabada la fiesta, volvía a ser inhumado el altar para que cumpliera con su cometido protector de la siembra y de los silos.

Los rituales religiosos son tan antiguos, y tan modernos, porque dan seguridad a la inestabilidad humana. Una cosecha abundante podía pudrirse si una deidad no la protegía, para ello enseñaba a los mortales a construir silos (por cierto, y tristemente, "silo" y "zulo" tienen común origen: agujero, cueva para guardar grano, palabra castellana, probablemente de origen celta) para preservar el grano sobrante. Estos excedentes estaban bajo la administración del Estado, generalmente de los sacerdotes, eran considerados sagrados y su robo castigado como sacrilegio, pues de ellos dependía el alimento de la población cuando venían malas cosechas. En el templo de Ops en Roma se guardaba, además, el tesoro público. Los romanos vivían tranquilos, seguros de que sus innumerables dioses velaban por ellos. Lo mismo que ahora con el sinnúmero de adivinos, mientras los santos andan ociosos.

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