Tribuna libre

Luis Roura

A Paco Toro desde Cataluña

20 de febrero 2011 - 01:00

QUERIDO amigo Paco: días atrás recibí una llamada telefónica que nunca hubiera querido recibir, era la de tu esposa Carmen comunicándome tu fallecimiento. Durísimo golpe para mi, y para todos, sólo nos consuela tu inmenso vacío el arte que nos has regalado, para goce de nuestras almas y sentir tu eterna presencia en nuestros corazones.

Más ahora quisiera retroceder en el tiempo en la Barcelona de 1964, el año que nos conocimos donde llegaste para abrirte camino en el mundo del arte contemporáneo allí estaban las vanguardias con Tapies al frente. Tú al llegar a Barcelona llevabas una gran formación adquirida al lado de tu padre Fernando, gran maestro de temas taurinos, luego tu paso por el taller de Vázquez Díaz en Madrid, sentías devoción por el gran maestro de los murales colombinos en La Rápita. Yo me quedaba embelesado de tus conocimientos técnicos ya que los pintores catalanes, nuestra técnica era sólo el toque fresco directo al lienzo. Yo contigo aprendí lo que era una textura, una veladura o una transparencia, todo este saber técnico daba elocuencia y categoría pictórica a la obra. Yo me quedaba admirado de tu maestría de con que facilidad solucionabas cualquier tema fuese bodegón, paisajes, tientas de toros en el campo o tus magistrales caballos, yo no he visto un pintor con tanta capacidad técnica y la rapidez con que elaborabas tus obras y encima cantando, era un gozo pintar a tu lado. Tú fuiste mi gran maestro y aprendí algo muy importante cuando decías: Luis, cuando en el cuadro un color se te resiste o una sombra es demasiado dura ponle violetas, violetas, que te lo digo yo "chiquio". Cuanta verdad, aún me aplico esta enseñanza todos los días y la he transmitido a otros pintores, siempre citando el nombre de quién me la enseñó.

Puedo decir que Paco Toro hizo cantidad de amigos en Barcelona, era imposible no ser amigo de él, por su grajeo andaluz, su chiste fácil y divertido, gran conversador, filósofo, emotivo, sorprendente, imprevisto, pero muy querido por ser además muy generoso con su prójimo, a modo de ejemplo personal en 1967 yo me quería comprar un coche 600, pero yo lo tenía difícil por su coste entonces (95.000 ptas). Un día me dijo: Luis a ti te gusta el coche, pues cómpralo! Donde no llegues tú llego yo. Y así lo hicimos y durante meses su esposa Carmen hacia efectivos las letras de mi coche, nadie más podía hacer esto que Paco Toro, era este el tiempo que compartimos estudio en la calle Mayor de Gracia, junto al cine Selecto donde además hacían allí varietes y vino a actuar el gran cantante Antonio Molina, allí el subió al apartamento de Paco para cambiarse, a la vez que merendamos, esto sin parar de contar chistes, Antonio Molina quedó tan prendado de la magia de Paco que se olvidó que tenía que actuar, donde salió corriendo y cuando subió al escenario era ya tardísimo y que la gente ya se iba.

En el tiempo tomaste el gran acierto de cerrar la puerta de tu casa del barrio de Gracia en la calle Bretón de los Herreros y regresar a tu Jerez del alma, lugar que sentías profunda nostalgia, por eso en Barcelona siempre que podías te ibas a Sitges "La Blanca Sabour" y con el tiempo supe porqué, y es que sus calles estrechas e inmensamente blancas te recordaban la tierra luminosa que ahora cubre tu cuerpo, y lo entendí más cuando una vez más en un gesto generoso tuyo cogiste a este pintor que hoy te escribe y junto a los tuyos, Carmen, tu hija María José que tendría cuatro añitos, nos montamos en tu coche 600 y me llevaste a conocer Andalucía. Era por Semana Santa del 67, yo nunca había salido de Cataluña, por tanto no sabía del olor del azahar, ni había visto los infinitos campos de olivos de Jaén, ni la fértil llanura de Córdoba a Sevilla hasta Jerez y en el camino tantos pueblos blancos, hasta que me subiste al más puro, Arcos de la Frontera allí donde la belleza se hace pueblo. En aquellos lejanos días me hiciste sentir la Semana Santa Jerezana, esa mezcla de jolgorio que envuelve la procesión tomando unas cañaillas con un fino mientras desfila un sobrio paso con rostros cargados de dolor, mientras en las alturas se oye el cante desgarrado de una saeta que te emociona el alma, y tú querido Paco nunca te olvidaste de cómo este catalán se le humedecían los ojos subido a una reja viviendo tanto fervor, tu me hiciste penetrar el alma de Andalucía tan adentro hasta el punto que mi mujer es una bella cordobesa.

Querido Paco, estas ahora en el cielo o en el Olimpo y que después de los trámites de admisión seguro te habrán mandado al departamento de los grandes artistas, allí te habrán hecho un lugar los del Renacimiento con Rafael y Leonardo. El gran holandés: Rembrandt y con los españoles, los que mejor te entiendes hablando de transparencias, Velázquez, Goya… También habrás paseado con los impresionistas con Monet, Van Gogh… ellos aplicaban el toque fresco de primera intención. Te habrás reencontrado con los catalanes saludándolos con un "bon dia nois" (buenos días chicos) a Mir, Rusiñol…. Les habrás recordado les veces que los dos juntos íbamos a verlos al Museo de Arte Moderno de la Ciutadella, ya no te digo nada de tu Dios Picasso, os habréis pegado una "artá" hablando de toros hechos arte, en la plaza y en el lienzo.

No sé querido Paco, si un día seré digno de entrar en tu Olimpo pero si lo fuese al llegar allí preséntame a estos grandes artistas tal como me presentabas a tus amistades aquí en la tierra cuando decías: Ea!! Ahí os presento a mi amigo Luis, bueno… en realidad, no es mi amigo, Luis es mi hermano.

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