El tiempo en Jerez
Fin de semana frío y lluvioso
HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Palabras de prestigio

23 de marzo 2009 - 01:00

UNA manera de camuflar el no tener nada que decir es el empleo de palabras de prestigio. Las hay de prestigio poético (iris, ternura, alba, amor) o político (progreso, ética, paz, estepaís, innovación, Alianza de Civilizaciones). Entremetidas las primeras en renglones cortos aparentan una composición de alta espiritualidad poética, y salpicadas las segundas en un discurso parlamentario dan la impresión de estar escuchando hondos conceptos de alta política. Es comprensible que ciertas disciplinas, como la Filosofía o la Teología, hayan inventado palabras para lo innominado y lo intangible, del mismo modo que las ciencias en general se ven obligadas también al uso de neologismos para nominar nuevos hallazgos, descubrimientos, hipótesis y teorías; pero ni la poesía ni la política tienen necesidad de enredarse en oscuridades llenando de palabras vacíos conceptuales.

Cuando se habla de "un proyecto político de carácter progresista, de extensión de derechos y libertades", frase escogida entre otras muchas posibles, debemos ponernos en guardia porque no sabemos en qué consiste exactamente, como nos ocurre con todas las frases vacías. La palabra 'progreso' y sus derivadas las debíamos poner en cuarentena y no usarlas durante un tiempo prudente, porque no significan siempre un avance para bien: progresan las enfermedades, los males todos de la humanidad y las crisis de cualquier tipo; por tanto no es bueno atender a quien nos ofrezca progreso si antes no nos explica en qué va a consistir y cuánto nos va costar: cada conquista tiene un precio que es conveniente saber, no vaya a ser que nos quieran cobrar luego pechos y alcabalas. Los gobiernos no están para ser paternales sino para procurarnos el bien, hacer buenas leyes y no meterse en las vidas y negocios privados. Ni en las conciencias.

En cuanto a los derechos y libertades el peligro es mayor aún, porque no hay derecho sin deber, ni libertad sin responsabilidad y lindes. El riesgo aquí está, además, en creernos que los gobiernos regalan derechos y libertades por un privilegio divino, como los reyes de Francia gozaban del de curar la escrófula. Tanto uno como otras son conquistas humanas y los gobiernos no pueden hacer más que preservarlos y defenderlos, explicando claramente y sin que haya dudas cuál es el precio en deberes de un derecho y dónde están las fronteras de cada libertad, porque puede ocurrir que no nos interesen. Tampoco entran en las funciones de los gobiernos darnos un derecho a la fuerza, si no nos hace falta, ni hacernos libres por decreto como si cada uno no tuviera capacidad para serlo sin permiso de los gobernantes. Así que no seamos ingenuos y cuando nos den a entender que nos hacen mercedes de progresos, derechos y libertades, pidamos cumplida información de quién les ha dado tales atribuciones a los políticos.

stats