Pe DRO Sánchez no le debe llegar la camisa al cuerpo, porque a pesar del triunfalismo con que se expresó en la reunión del Comité Ejecutivo del lunes, actúa como lo hacen aquellos que se encuentran en una situación de pánico: toma decisiones que hasta ese momento se negaba a tomar y reparte instrucciones muy precisas para apagar fuegos que días antes consideraban inexistentes.

Que había que cambiar el rumbo llegó a toda la familia socialista, sobre todo a Ximo Puig, que no acababa de atreverse a romper con Compromis; pronto asumió que era imposible mantener a Mónica Oltra. La gota que rebasó el vaso fue el famoso festejo que se organizó el sábado para apoyar a su lideresa y que provocó indignación generalizada, social y política, de los que no forman parte del núcleo pata negra de Compromis. Saltó Ximo Puig, seguro que escandalizado -y también en pánico- por aquel espectáculo vergonzoso de apoyo a una mujer imputada por haberse cruzado de brazos ante un caso de presunto abuso sexual a una menor por parte de quien era su marido. El cante y baile abundó en el escarnio hacia la entonces niña, hoy joven, sobre la que ningún cargo de Compromís ha pronunciado una sola frase de apoyo, y mucho menos de contrición.

Todo cambió el domingo, día en el que el PSOE recibió un castigo inconmensurable en Andalucía. Un aviso a Pedro Sánchez de que no iba por el buen camino. Nada más conocer el pírrico resultado andaluz, y sobre todo la mayoría absoluta de Juanma Moreno, alguien advirtió de que Oltra no podía continuar ni un días más en la vicepresidencia de la Generalitat andaluza; por otra parte, el Gobierno anunciaba el martes un consejo extraordinario para tomar medidas contundentes con las que paliar la grave situación económica. Entre ellas, una por la que clamaba sin éxito el PP, la bajada del iva de la luz. Ahora el Gobierno la acepta, y además tomarán otras medidas fiscales para autónomos y pequeñas empresas. También han anunciado que prorrogarán las ayudas directas que se ofrecen a distintos sectores sociales y tenían fecha de caducidad en septiembre.

Es evidente que ha invadido Moncloa el miedo a perder el poder. Las medidas de las que habían alardeado, como los céntimos de subvención a los carburantes, o las que tendrían que haber reducido la inflación galopante, se han demostrado ineficaces. Y cuando el bolsillo se vacía, los votos escasean.

Sánchez sólo tiene una obsesión, la cumbre de la OTAN. Pero no puede permitirse el lujo de actuar como si en Andalucía no hubiera ocurrido nada. En estado de pánico, ha tocado a rebato para tratar de impedir nuevos fiascos electorales.

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