Enrique Gª-Máiquez

Podríamos

Su propio afán

El PP goza de tanto poder autonómico y municipal que tiene más margenpara la coherencia

23 de septiembre 2023 - 00:00

Si el PP quisiese cambiarse de nombre, podría ser Podríamos, jugando con Podemos, que sí pudo. El Partido Popular podría, si quisiera. Véase el asunto de los pinganillos. Cuca Gamarra arremete contra ellos, pero Borja Sémper saluda al respetable en euskera. Ayuso se queja en las redes sociales del ridículo cuando en el bar los diputados de todas las regiones hablan en castellano. Pero el PP, que tiene mayoría absoluta en el Senado, podría imponer en la Cámara Alta el uso exclusivo de la lengua común. Ahorraría, por supuesto, y tendría un efecto ejemplificante y, sobre todo, mandaría un mensaje de coherencia. Podría, pero nanai.

En Podríamos pueden hacer muchas más cosas que no hacen. En el PP se han quejado mucho de la ley de la memoria histórica, pero luego, donde gobiernan con mayoría, y podrían cambiarla, la dejan tal cual, salvo que Vox esforzadamente les fuerce. Pasa también con las leyes de violencia de género y las leyes trans, que no se retocan en las autonomías donde el PP tiene mayoría absoluta. Lo del aborto fue sangrante. El caso de Madrid Central y el alcalde Almeida es paradigmático. Protestaba mucho cuando no podía; ahora, cuando podría, multa.

El problema del PP, por tanto, es que puede. No duermen en La Moncloa, pero, gracias a la enorme descentralización política de España, gozan de grandes ámbitos de poder donde aplicar sus programas. Podrían cumplir lo que dicen o, al menos, decir lo que cumplen. Lo que choca es que, con tanto mando en tanta plaza, hagan “como los teros:/para esconder sus niditos,/que en un lao pegan los gritos/y en otro tienen los güevos”.

El coste político de estas pajarerías es enorme. Desarma la labor de oposición, que se hace sombra a sí misma, como Cuca y Borja protestando del plurilingüismo y practicándolo prácticamente a la vez. Hay otro efecto más implícito, pero más insidioso: ese doble juego valida el de Sánchez. Aunque sea mucho peor lo que Sánchez hace, tampoco hace lo que dice. En última instancia, fortalece el tópico de que, para todos los políticos, “lo prometido es duda, no deuda”, como dice el poeta Juan Bonilla. Desfonda la democracia representativa.

Si todo este ponerse de perfil del PP sirviese para que los nacionalistas vascos o cuatro socialistas buenos voten a Feijóo en su investidura, me tragaré esta crítica y entenderé tanto maquiavelismo. Pero si con tanta torsión no ganan tampoco nada, yo no entenderé nada.

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