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Radicalizar y polarizar será la estrategia de Sánchez en estos dos meses preelectorales y electorales. España como territorio de confrontación entre la democracia y la ultraderecha, y bastión de resistencia contra el fascio-populismo que crece en Europa. La radicalización desesperada, tras el desastre que las últimas elecciones han supuesto para el PSOE, de su relato habitual.
Adelantando las elecciones ha convertido en 24 horas el triunfo del PP en pasado y comprometido la consolidación de las posiciones ganadas, ha cortado el ruido de sables en su partido por el cabreo de los líderes socialistas que han perdido las elecciones arrollados por el tsunami anti-Sánchez, ha aprovechado el descalabro de sus socios de gobierno obligándoles a unirse en el plazo de diez días o desaparecer y ha radicalizado su política de polarización y confrontación entre la democracia (él) y la ultraderecha en estos dos meses en los que el PP negociará sus coaliciones de gobierno con Vox. Sánchez o el triunfo de la ultraderecha en la que se funden como lo mismo el PP y Vox y el retroceso en libertades, derechos e igualdad. Los contestatarios internos están obligados a apoyarle –fundido con el partido al que ha dado los peores resultados de su historia–, sus socios de ultraizquierda están obligados primero a unirse a la carrera en una candidatura única para repetir el cogobierno con él y Bildu y ERC están obligados a apoyar a su blanqueador y apoyo imprescindible.
Hábil. Arriesgado. Sabe que se lo juega todo. Si fracasa, estará acabado. Si triunfa tendrá asegurado un cuatrienio de gobierno sin contestación interna y una oposición debilitada pese a su éxito del 28 de mayo. Cuenta con que, si se extrapolan los resultados del 28 de mayo al 23 de julio, el PP ganaría, pero no podría formar gobierno con Vox, mientras que el PSOE podría hacerlo con Unidas Podemos y Sumar (forzadas a unirse) más el apoyo de Bildu y ERC. La clave está en mantener el relato manipulador y falso de que si el PP pacta con Vox la lepra fascio-ultraderechista le corroerá y Feijoo será el responsable de la ultraderechización de España, mientras que llevar a Unidas Podemos al gobierno de España y pactar con Bildu y ERC no supone una deriva hacia la ultraizquierda populista ni alentar los independentismos radicales que en el primer caso incluye en sus listas a terroristas. ¿Morderán los electores el anzuelo?
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