Cuando esta ventolera pase, habrá que retirar la hojarasca, lo que ya no sirve, para que no nos confunda nunca jamás y sepamos apreciar el verde de los árboles. La crisis catalana se ha acabado o, mejor expresado, la política de apaciguamiento de los independentistas, por muchos que sean, tiene que cesar. No es que sean desleales, son dirigentes indignos, deshumanizados por su borrachera ideológica y, en el caso del presidente de la Generalitat, Quim Torra, un boicoteador, una persona que falsea la situación de confinamiento en España para dañarla. Pero, además, es que no tienen razón, no hay una sola causa objetiva que argumente la causa independentistas más allá de posiciones historicistas y del romanticismo de una lengua propia. Y éstas son las más comprensibles. Los otros intereses, como los de la vieja burguesía catalanista y las artimañas de la antigua Convergència para seguir en la mamandurria, son deleznables; no hay país, ni España ni Cataluña, que soporte el paso de este tipo de dirigentes. Si ERC no está en eso, y lo está, que haga como Arafat el 11-S: salir corriendo a donar sangre para los neoyorquinos antes de que Israel acusase a los palestinos de los atentados. Cuando cese la ventolera, este Gobierno tendrá que ser reseteado, se puede soportar hasta las niñerías de Iglesias, pero este virus también debe ser combatido.

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