Sacar las uñas a Putin

La mano de esa ucraniana asesinada por los soldados rusos espera ser aferrada por la nuestra

Una mano de femenina yace en el suelo en plena avenida de Bucha. La calle está llena de socavones invertidos. Son baches abultados sobre la brea, formados por los cuerpos yacentes de un reguero de vecinos que emprendieron un camino en busca de la más vital necesidad para la supervivencia, aniquilada por la inexplicable perversidad del hombre. Sus cuerpos, caídos al lado de sus bicicletas, perros o bolsas de patatas, son la evidencia de una traición. Esa mano femenina me dice todo lo que los rusos están haciendo en la invasión de Ucrania. Esa mujer, dueña de esa mano cubierta de barro, con el último rictus retorciéndola a modo, casi de puño, tiene las uñas pintadas de color rojo. Unas uñas largas, muy bien cuidadas por una evidente manicura reciente. Cuando una mujer se hace la manicura ha de disponer de cierta coquetería y convencimiento de que con el movimiento de tus manos fortalecerás los mensajes corporales. Así, como que te guste dedicarle mimo, tiempo y hacerlo con regularidad para que no delate el abandono que nos demostraría que el cuidado de las uñas no es una prioridad. Pero, en plena guerra, para ella lo era. Sacó las uñas a Putin. Esta mujer, asesinada por los soldados rusos que están yendo por las calles pegando tiros a cualquier vecino que se les cruza, ha sido víctima de un genocidio. Unas pocas tiendas siguen abasteciendo de alimentos y de pan a esos héroes que sobreviven al infierno provocado por Vladimir Putin. Esta mujer , asesinada, violada, torturada, quiso pintar de rojo sus uñas en días de guerra. Hay espacio para la dignidad en la Ucrania despedazada. Eligió el color rojo, como de rojo se pintaban los labios las mujeres británicas en la Segunda Guerra Mundial para elevar la moral del pueblo. Es el ejercicio de la psicología, la activación de la fuerza de la mente, la que ayuda a sobrevivir en épocas de crisis o depresión. Con sus uñas pintadas de rojo luchó para revelarse contra quien le quería robar la cotidianidad que te otorga una vida con todos su derechos humanos. Esa mujer que seguía pintándose las uñas durante la guerra es el símbolo de quien mantiene su dignidad a pesar de que se la hayan intentado robar vaciando la ametralladora en su cara. Haciéndose la manicura respondió a Putin, enfrentándose a las balas que reventaron su alma. La mano de esa ucraniana asesinada espera ser aferrada por la nuestra, que no sabe mantener el pulso por temor a no torcerse la pintura de las nuestras.

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