Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Salir del infierno

Estos días por fin vemos que la ciudad va recuperando poco a poco la normalidad. A ello ayudan mucho quienes vuelven a trabajar en la hostelería tras meses de cierre obligado por la crisis sanitaria. Hay ejemplos para todos los gustos, desde los grandes a los pequeños establecimientos. Después de semanas en las que los más valientes, hay que decirlo, decidieron dar el primer paso, nos estamos encontrando con una mayoría que, por diversas razones administrativas, burocráticas y económicas, ahora han decidido retomar su actividad. Y sin ellos sería imposible hablar de verdad de una vuelta a la 'nueva normalidad'. Porque el conglomerado de bares y restaurantes de esta ciudad está lleno de rincones más o menos anónimos y de otros más reconocidos, pero los unos sin los otros no serían nada. Entre aquellos que este viernes han reabierto, no sin dificultades e incertidumbres, está el restaurante bar Juanito.

Hablar de Juanito es hablar de Faustino y hablar de Faustino es hablar de una época de Jerez. Una época dorada del turismo, de la tapa, de la hostelería. Faustino Rodríguez, que comenzó a trabajar siendo un niño en el negocio de su padre, sufrió la crisis del 92 del siglo pasado. Se levantó. Luego, después de renacer de sus cenizas y reinventarse, padeció la crisis de finales de la primera década de este siglo. Tras ayudar a medio Jerez en un momento de necesidad, vio de cerca la realidad de la ingratitud hace unos años, cuando ya su influencia decayó, que no su popularidad. Y luego vino el olvido de aquellos que ya no le necesitaban. Sabía que era un momento difícil, que los tiempos habían cambiado, pero decidió seguir luchando y animando a los suyos para seguir siendo un referente, superando errores y proyectos que no dieron los resultados esperados.

Pero todo en esta vida puede ser más cruel y así fue. Además de esa difícil recuperación económica, la enfermedad propia y la de una hija que se fue hace unos meses puso a prueba a una de las personas más queridas de Jerez en el momento más crítico. Todo a la vez: la marcha de Cristina, la enfermedad y la crisis del coronavirus que sacudió lo que quedaba de la gran familia del bar Juanito.

Nadie le devolverá ya lo más querido. Pero Faustino Rodríguez, Fau, con el apoyo de su principal pilar, Carmen, de sus hijos Rocío y Juan, y de sus empleados, ha vuelto a demostrar a muchas personas su ejemplo de lucha en la vida. Este viernes volvía a abrir las puertas de su bar, como muchos otros hosteleros. Y más allá de sus alcachofas o de su ensaladilla de fideos, sus huevos revueltos con patatas, allí estaba una parte de Jerez. Porque no estamos sólo ante una carta de platos o un rincón con encanto. Estamos ante un símbolo, un trozo de Jerez que sigue vivo después de tanto esfuerzo, tanto sufrimiento, tanto dolor, en el corazón de una ciudad. Un lugar en el que, gracias al espíritu optimista, agradecido y vitalista de su propietario, cualquier almuerzo es para enmarcar en la pared de su patio de la Pescadería Vieja.

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