Suélteme del brazo

Los políticos son los grandes consumidores de nuestra atención por encima de nuestras posibilidades

Hay cortinas de humo por doquier, y estamos en un tris de que las imputen al cambio climático. Resulta que el atroz asesinato perpetrado –presuntamente– por Daniel Sancho es una cortina de humo para distraernos de la deuda pública, porque la gente está más pendiente de seguir los sucesos gore que de la cuenta de resultados. También he oído quejas amargas por las celebraciones del mundial de fútbol femenino, que nos despistan –cortina de humo– de las turbias maniobras de Pedro Sánchez para formar el neo Frankenstein.

Yo soy muy de preocuparme con la política y por la economía, como demuestran estas columnas, que no me dejarán mentir. Sin embargo, hay un signo preocupante en este exigir a la opinión pública para que no le quite el ojo de encima a los políticos. Como si fuesen niños chicos correteando alrededor de una piscina.

Que la opinión pública no pueda despistarse ni un segundo es una prueba indirecta, subconsciente y alarmante de la poquísima confianza que tenemos en nuestra clase política. Con razón. Se desmandan, no saben nadar y pueden montar una pelea en un segundo.

Aunque, en vez de pedirnos que no cejemos ni en el mes de agosto, después de unos meses intensivos de inflación política con dos campañas con sus sendas precampañas y sus aceleradas postcampañas, podríamos exigirles a los políticos una cierta autonomía de vuelo, una responsabilidad propia y una profesionalidad mínima. Que no tengamos que estar nosotros pendientes, por favor.

Yo ni sigo el asesinato tailandés ni soy extremadamente futbolero, aunque aprovecho la ocasión para felicitar efusivamente a nuestras futbolistas. Por mi parte, también quiero echar mi agosto tratando de escribir un haiku, cenando con los amigos de entonces que siguen siendo los mismos y mirando las nubes, como prometió hacer Zapatero y que tampoco ha cumplido. “Viejos veranos./ En vez de a los políticos,/ oía grillos”. O: “Grillos y estrellas,/ cómo os echo de menos/ viendo la tele”. “Qué silenciosas/ las inmensas estrellas./ Y aquí, qué ruido”.

No sólo nos sacan los impuestos, sino que nos roban la atención. Ríete tú de los dispositivos móviles. Es lógico, porque no se les puede dejar solos. Pero yo cambiaría el viejo dicho de que hay que votar a un político al que le compraríamos un coche de segunda mano por el deseo de votar a unos políticos que nos permitan desconectar algo de la actualidad. Que hagan solos su trabajo, por piedad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios