
La Rayuela
Lola Quero
Escaqueos en el juzgado
La esquina
Recuerdan el debate interno del PSOE tras la pérdida de la Junta de Andalucía el 2-D? Se discutía si la causa fundamental del triunfo de la derecha después de 37 años de hegemonía socialista había sido la gestión del PSOE andaluz (rutina, corrupción, recortes) o la, más corta, del PSOE federal en Moncloa (básicamente, tratos con el separatismo). Si la responsabilidad de la derrota estuvo en Susana o en Pedro.
Cualquiera podría ver que en estos procesos políticos influye todo, que nunca hay un solo factor, sino varios que interactúan y se entretejen. Pero aquellos debatientes socialistas necesitaban una explicación unilateral porque no buscaban la verdad, sino el ajuste de cuentas por el pasado y el diagnóstico para el futuro.
El dictamen de las urnas del pasado domingo en Andalucía ha sido tajante: en la caída del 2-D hubo más culpa de los gobernantes andaluces que de los nacionales. Cuando los andaluces votaron para la gobernación de su comunidad autónoma castigaron a Susana Díaz (y probablemente a Chaves y Griñán), y cuando votaron para la gobernación de su país premiaron a Pedro Sánchez. Hasta medio millón más de votos que en diciembre, cuatro diputados más que en 2015, primera fuerza política en las ocho provincias.
Con un matiz importante: Susana ha ayudado mucho a Pedro a obtener esos resultados, los de Andalucía y los de toda España. Ha sido sin proponérselo expresamente. Al contrario. Susana Díaz rehuyó convocar las elecciones andaluzas junto a las generales, como quería Pedro Sánchez, sencillamente porque pensaba que el presidente del Gobierno no aportaba nada a su candidatura, sino que restaba (además de ser su gran enemigo). Que se equivocaba bastante ha quedado claro ahora con el éxito del compañero que hizo todo lo contrario: en la Comunidad Valenciana Ximo Puig se refugió en Pedro convocando las autonómicas el mismo día que las generales y las ha coronado con victoria.
Pero del error de Susana nació paradójicamente su auxilio a Pedro. Díaz hizo aflorar en Andalucía la auténtica dimensión del fenómeno Vox y el miedo a la ultraderecha ha sido uno de los principales resortes para la movilización de la izquierda a nivel nacional y la victoria subsiguiente de Sánchez. La alerta susanista despertó al electorado proclive a votar al sanchismo, incluso como mal menor.
No por ello se salvará Susana Díaz.
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