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La instalación de tarima flotante sobre suelo del siglo XVIII en la Cartuja ha generado una gran polémica y controversia en las redes sociales y medios de comunicación. Los defensores de esta intervención de las hermanas de Belén alegan que la falta de mantenimiento del monumento por parte de sus propietarios (Ministerio de Hacienda) obliga a las monjas a hacer lo que pueden con lo que tienen para sobrevivir en un edificio de tales dimensiones y tan deteriorado. Los detractores piden más control sobre lo que se hace dentro de sus muros y que también se cumpla la Ley de Patrimonio para la apertura a las visitas. Sea como fuere, el patrimonio sigue olvidado.
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