Nicolás Montoya

Tasa por vivir

La nicolumna

02 de diciembre 2010 - 08:22

DENTRO de nada nos van a cobrar hasta por respirar. O por mojarnos bajo la lluvia o por usar las aceras de la calle Honda. Hasta el momento, pagamos impuestos de manera solidaria con el fin de que unos cuantos tengan buena calidad de vida y para que, de vez en cuando, los ciudadanos recibamos algún servicio de calidad. Pero como los lugares recónditos de las neuronas son inescrutables, resulta que muchas veces se cae en el ridículo con tal de intentar sabotear y exprimir a los demás. Resultan llamativas situaciones como la vivida estos días en las que se inventan algunas tasas por la celebración de las zambombas con la intención de rellenar cajas recaudatorias. Son ideas maquiavélicas que huelen a globos sondas y que se hacen públicas para que, en caso de no responder a las expectativas, dar marcha atrás adornándose de despistes o malinterpretaciones para no dar el cante prenavideño.

La marcha atrás en sí misma no es nociva, a no ser en las congestiones pelvianas de la pasión, e incluso se pueden alabar como de sabios cualquier rectificación. Lo que no es de recibo es que se produzcan ante propuestas descabelladas y sin sentido. No estaría de más hacer memoria, y sin caer en el alzheimer que todos estos gestores suelen atesorar, acordarnos de propuestas de manicomio o mal trabajadas que acabaron igual. Con la locura del autobús por Porvera aún quedan adoquines por derrumbar, o secuelas con lo de la feria en la plaza del Arenal o lágrimas tras lo de la fundación Andrés de Ribera. Es patético crear problemas innecesarios y mucho más no llegar a soluciones. Para colmo, lo del fraude en cuanto a títulos fraudulentos detectado en la provincia, que en el fondo explica que quizás muchos de los que nos están gestionando han conseguido el puesto gracias a un diploma falso y a una formación inexistente. Nos dejamos llevar por ineptos y no nos paramos a pensar en las ventajas de ser inteligentes.

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