El catalejo
Otra guerra en el PSOE
En tránsito
Los que escuchamos Spotify -¿dónde si no se puede escuchar a Mike Heron o a Fotheringay?- sufrimos un bombardeo constante de publicidad institucional. Yo no sé la cantidad de dinero público que se destina a ensalzar la obra del gobierno central o a intentar convencernos de lo bien que hace las cosas -porque de eso se trata-, pero deben de ser cantidades importantísimas (por algo será que Spotify ha puesto su nombre al estadio del Barça). Y el caso es que una de estas campañas está destinada a vendernos la idea de la transparencia. De forma falsamente neutral, aséptica, institucional, la campaña viene a decirnos que no hay un gobierno más "transparente" que éste. Y por cierto, la campaña está financiada con fondos europeos. Una buena forma de invertir el dinero público, sí señor.
Pero ¿realmente hace falta una campaña a favor de la transparencia? ¿No es éste el gobierno más transparente en toda la historia de la democracia? Porque este gobierno actúa de una forma tan transparente, tan evidente, tan palmaria, que hasta el más tonto debería darse cuenta. Y el único propósito del gobierno Sánchez es colonizar las instituciones y ponerlas a su servicio. Sea como sea y al precio que sea. Y si alguna institución del Estado no se deja controlar, se la va desactivando por medio de una sutil campaña de desprestigio público ("la derecha judicial", "los jueces fascistas", "los machistas que odian a las mujeres", etc). Por supuesto, el PP también intentó colonizar las instituciones, pero nunca llegó tan lejos. ¿Pruebas? Pues ahí tienen la propuesta para magistrado del Tribunal Constitucional que ha hecho el gobierno Sánchez del antiguo ministro de Justicia del propio gobierno Sánchez. Vaya fórmula magistral de exhibir transparencia: "Que nadie se preocupe: aquí vamos a colocar a los nuestros y solo a los nuestros. Y al que no le guste, que se vaya a otra parte" (los franquistas lo planteaban de otro modo: "Y al que no le guste, que se vaya a Rusia", decían).
Qué transparente todo, sí señor. Ya ni hay que tomarse la molestia de disimular un poco: la colonización de las instituciones ha de ser total. Es el modelo iliberal que tanto indigna a las bellas almas -un modelo que lleva inexorablemente a autócratas como Trump o Putin o Xi Jinping-, aunque en este caso nuestras bellas almas guarden silencio. Benditos sean.
También te puede interesar
El catalejo
Otra guerra en el PSOE
Descanso dominical
Javier Benítez
Volver (y I)
Notas al margen
David Fernández
Las banderas de Andalucía siguen vigentes
Postdata
Rafael Padilla
Neopuritanismos
Lo último
Visto y Oído
Christian
Salud sin fronteras
Nueva especialidad de Genética
Editorial
Ni más ni menos que nadie