
Yo te digo mi verdad
Manuel Muñoz Fossati
Sánchez no decide
El 23 de julio de 2013 iniciaba este interminable callejeo por la ciudad olvidada sin mucho convencimiento y pocas perspectivas de continuidad. El punto de partida, una iglesia de Santiago en su peor momento, con su interior convertido en una fantasmagórica visión de interminables plásticos y agresivas estructuras metálicas, como las oníricas creaciones de Piranesi. De allí hasta aquí, más de trescientos artículos, primero cada semana, luego cada dos, pero siempre con la intención de escudriñar los recovecos de la historia del arte y del patrimonio histórico-artístico de Jerez. Una labor dominada, no sólo por un espíritu crítico, sino, sobre todo, por el deseo de divulgación. Una tarea nada fácil, y con frecuencia fallida, la de pretender poner al alcance de un público amplio unos conocimientos generalmente encerrados en círculos especializados, y más hacerlo sin caer en una prosa demasiado erudita o, aún peor, relamida y cursi. Y además en una apretada síntesis obligada por una limitada extensión.
Diez años de avances y retrocesos patrimoniales; de novedades en la investigación; de un recorrido por arquitectos y escultores, por arquitecturas y esculturas, célebres y también por describir. Y una década de series dedicadas a temas tan dispares como el pavimento urbano, los Ponce de León o el anual recuerdo de la imaginería pasionista olvidada.
Una ciudad evocada que ha querido ir más allá del papel o la web de un periódico y se difunde a través del blog https://desdelaciudadolvidada.wordpress.com y de las redes sociales, por Facebook y los hilos de Twitter, para ilustrar con fotografías unos textos sobre arte que en ocasiones pueden quedar incompletos sin imágenes.
Porque escribimos para ser leídos, a todos nos complace saber que hay alguien ahí detrás. Esa es la fuerza real que mantiene vivo este pequeño rincón de Diario de Jerez.
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