Jerez íntimo
Marco Antonio Velo
Gestoría Prieto, más de medio siglo en el barrio de San Pedro (y II)
El pasado domingo 22 de octubre será recordado muchísimo tiempo por los amantes de la Naturaleza como una de las jornadas más trágicas de la historia botánica de nuestra querida ciudad, una de la más arboladas de España y a causa de una gruesa borrasca que llegó acompañada de un siniestro vendaval, una especie de huracán, que se llevó por delante a un sinfín de árboles y despojó de su ramaje a otros muchos, a la vez que causaba desperfectos en edificios, automóviles, jardines y parques.
Aunque afortunadamente no produjo daños en la población, qué es lo más importante, arrancó de cuajo al corazón a muchos entusiastas y amigos de los árboles, que quedamos tristes y desconsolados por la perdida de ejemplares singulares y en algunos casos, incluso centenarios.
Pinos inmensos cayeron de golpe y porrazo a la vía pública, las robinias de Divina Pastora desaparecieron en un santiamén causando una honda pena entre los “niños llorones”, muchas jacarandas no darán sus hermosas flores azules en la próxima primavera y un buen número de tipuanas no ofrecerán ya su serena sombra en los próximos veranos.
Pero la arboleda que perdió únicamente sus ramas, brotaran de nuevo con fuerza y compensarán el desaguisado de sus hermanos caídos. Nuestro inmenso parque arbóreo seguirá dándonos flores y belleza a nuestras primaveras, oxigeno bueno para que respiremos mejor todos los jerezanos, atraerán chubascos para los campos cercanos, para las viñas y permitirán que aniden, otra vez, los jilgueros para que alegren con sus trinos nuestros oídos y nuestros corazones. Gracias por todo lo que nos regalasteis en vida, amigos árboles.
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