¡…que el barco del arroz!

¡Por Dios! Volvía de Algeciras oyendo en la radio al nuevo Obispo de San Sebastián y le debió faltar el riego cuando le preguntaron por lo de Haití. Seguro, porque se descolgó diciendo que la situación espiritual en España es un mal mayor que los muertos de aquel país. ¡Joé, por poco me como la mediana! Este tipo de programas, donde se pueden decir esas cosas, deberían avisar que puede afectar a la salud. No voy a entrar en historias morales pero desde luego que, como católico que escuché lo que escuché, espero que haya sido un lapsus o mejor, que él solito lo haya sacado de contexto. Ni mi amigo ni yo compartimos lo que dice y menos viendo las imágenes que los mass media se empeñan en ofrecernos. Lo moral puede tener arreglo; eso sí, si la persona quiere, que tampoco se puede obligar a nadie a ser católico. Lo que estamos viendo en la tele y en la prensa, desde luego que no.

Y ya verán cómo, a pesar de que con la que está cayendo, a veces la moral está por los suelos, una vez más serán las iniciativas particulares, las de la sociedad civil, las que aportarán la mejor ayuda para quienes han tenido no sé si la suerte o la desgracia de sobrevivir en Haití. La mayoría de la gente que sí tiene moral, independientemente de la religión que profese, se volcará en ayudar. Ya verán… en Cajasol ya hay una cuenta abierta.

Entre tanto, aquí, me dice mi amigo que nuestros políticos siguen con la moral de tirarse las inundaciones a la cabeza. Cuando todo se seque un poco seguirán tirándose parados, y luego acreedores, y luego autobuses, y luego… y mientras, la ciudad se va cubriendo por una capa de lodo que todo lo ensucia. A ver si alguien hace el favor de publicar todas las iniciativas que desde el gobierno o la oposición se han presentado en el registro municipal para luchar contra el río, contra el paro, contra la suciedad, contra todo lo que impide que Jerez crezca. Porque dejémonos de monsergas, por mucho que se hable de que todo va a mejorar, la realidad es que ahora mismo, estamos más perdidos… ¡que el barco del arroz!