Carcoma

Santos Cerdán sale de la prisión de Soto del Real junto a su abogado.
Santos Cerdán sale de la prisión de Soto del Real junto a su abogado. / Rodrigo Jiménez · Efe

21 de noviembre 2025 - 05:45

LA vida institucional española vive un momento cada vez más alarmante. Nuestra democracia sufre de carcoma. Y las larvas que la horadan no son de escarabajos, sino que tienen su origen en la clase política. Su voracidad por alimentarse de los cimientos del sistema está debilitando su estructura y es necesario actuar para evitar su colapso.

En una sola semana tenemos hechos suficientes para afirmar que los españoles necesitamos librarnos de esta plaga: cuanto antes. En apenas tres jornadas, un ex ministro y ex secretario de Organización del partido en el poder se enfrenta a una petición de pena de varios decenios porque supuestamente se lucró de forma supuestamente ilegal tomando decisiones para beneficiar a terceros dispuestos a pagar por ello. Y lo habría hecho en cuanto llegó al Gobierno, tras una moción de censura contra la corrupción que él mismo defendió: no cabe más cinismo.

Contra su sucesor en el PSOE, la Guardia Civil ha aportado al Tribunal Supremo elementos probatorios que indican un comportamiento que también merecerían un reproche penal del mismo calado. Con la misma dosis de cutrez y de premeditación: dos días después de llegar al poder orgánico -más de un año antes que al institucional– ya se buscó –siempre supuestamente– el amaño de obras.

Ambos eran parte del núcleo de estricta confianza del presidente del Gobierno y secretario general socialista, Pedro Sánchez. Que prefiere pasar por un completo inútil que no se enteraba de nada antes que asumir su responsabilidad política.

Como remate, y el mismo día en el que el poder político gobernante pretendía utilizar el cincuentenario de la muerte del dictador Francisco Franco para profundizar en su estrategia de polarización, el fiscal general del Estado ha sido condenado por vulnerar los derechos fundamentales de una persona por ser la pareja de una rival política: la degradación absoluta.

La decepción y pesadumbre de estos hechos se completan con un caso de corrupción en las filas del PP y en Andalucía, que exige aún más contundencia de la esgrimida por Juanma Moreno respecto a las detenciones en Almería. El PP no puede ser alternativa para librarnos de la plaga si no es desde la escrupulosa limpieza. De lo contrario, es que no ha aprendido nada de la etapa anterior en el poder nacional.

Y lo peor, lo más preocupante para el futuro inmediato, es que por los orificios de esta Carmona fluyen los populismos extremistas justo cuando se va a iniciar un nuevo ciclo electoral.

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