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La severidad de la arquitectura desornamentada de finales del Quinientos tiene en la plaza Melgarejo dos de sus mejores muestras en Jerez. Por un lado, San Juan de los Caballeros, con la ampliación de la nave hacia los pies. Por otro, la casa de los Melgarejo. Dos obras que convivirían en el tiempo o se sitúan cronológicamente muy cercanas. En el interior de la iglesia pertenece a este momento también la portada de la capilla de los Zarzana, trazada en 1596 por Vermondo Resta.

Junto a su marcado cuerpo almohadillado, la transgresión manierista, la ruptura de las normas clásicas, se deja sentir en el frontón ondulante, o de “triple inflexión”, y las esferas coronadas por pirámides que lo rematan. Estos mismos elementos los empleó el anónimo autor del aledaño palacio en su puerta principal. Abajo, dos pares de columnas de orden corintio sobre pedestales logran monumentalizar esta portada civil. En el centro, el sobrio enmarque del vano de entrada se anima sobre el dintel con el escudo de los Morla y los Melgarejo. Arriba, sobre el entablamento, el balcón central con su peculiar frontón y en los laterales, con cierto juego de perspectiva, pirámides sobre bolas. Eso sí, el diseño de estas últimas recuerdan, más que a las que vemos dentro de San Juan, a las de la Fuente de la Alcubilla, otra construcción de los años noventa del siglo XVI.

La ubicación busca y consigue una privilegiada visión desde la plaza. El resto de la fachada, sin embargo, ofrece una gran simplicidad, y mayores alteraciones, como ocurre en gran medida en el interior. Unos tristes restos de un patio de cierta entidad, hoy en un inmueble anexo de la calle Palma, ahogados y casi ocultos por una pésima intervención reciente, son nuevas muestras del escaso aprecio hacia viejas casas señoriales como estas, huellas decadentes de realidades pasadas.

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