La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La comparación es odiosa, y esta más

El Guggenheim se integró en una estrategia urbanística integral de revitalización. No se compare con las Setas

Comparar las Setas con el Guggenheim de Bilbao y los efectos revitalizadores de estas con los de aquel demuestra que tenemos lo que nos merecemos. Nos merecimos la destrucción de los años 60 y 70, aplaudida por casi todos como el cambio de rostro de la ciudad y su modernización. Nos merecimos que sobre los solares de palacios se construyeran grandes almacenes, aplaudidos por casi todos por revitalizar comercialmente el centro de la ciudad. Y nos merecimos las Setas, aplaudidas en democracia por razones muy parecidas a las esgrimidas en el franquismo. No se olvide, porque hay lección en ello, que el Movimiento Moderno entró en Sevilla en 1961 de la mano de la Dirección General de Seguridad, el máximo organismo represor del franquismo, con la comisaría de la Gavidia, después que se arrasara su entorno en una operación de sventramento (así, destripamiento, llaman los italianos a las operaciones urbanísticas del fascismo en Roma) que continuarían poco después en el Duque.

También hay lección en que las Setas se alzaran donde estuvo el mercado derribado en 1973 tras dejarlo agonizar sin restaurarlo durante décadas y que cerraran la operación de destrucción (según unos) o modernización (según otros) de ese entorno iniciada en los 50 con la apertura de la calle Imagen, cuya construcción, escribió el arquitecto Fernando Mendoza en este diario hace unos años, "fue un negocio especulativo apoyado en el espantajo que se utiliza en nuestra ciudad cuando se pretenden hacer barbaridades: La modernidad" (A vueltas con la calle Imagen, 28-3-15).

Es lógico que haya quien defienda las Setas como elemento de revalorización y revitalización de la ciudad medido en gentrificación, bares, terrazas y hoteles. Todo es opinable. Mejor bloques de pisos que palacios y casas que se habían dejado caer a pedazos. Mejor bares y hoteles que vecinos indígenas. Puede valer. Pero comparar las Setas con el Guggenheim no, por favor. Entre otras muchas razones porque aquí nunca tuvimos una Asociación Bilbao Metropoli-30, nunca tuvimos un Plan Estratégico para la Revitalización del Bilbao Metropolitano, nunca tuvimos una sociedad pública Bilbao Ría 2000 y nunca tuvimos un alcalde como Iñaki Azkuna. El Guggenheim se integró en una estrategia urbanística integral que ha convertido una ciudad posindustrial decaída, gris y áspera en una realidad amable y pujante. Toda comparación es odiosa, y esta más.

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