LÍNEA DE FONDO

Diego / Marchán / Dmarchan@grupojoly.com

Los cromos que nunca olvido

Ver a futbolistas de mi infancia como técnicos o comentaristas me recuerda que el tiempo pasa para todos

COMO tantos niños, pasé gran parte de mi infancia coleccionando e intercambiando cromos. Me recuerdo a mí y a cada uno de mis compañeros mercadeando en el recreo, cada uno con su taco de estampitas en la mano cuidadosamente atado con una gomita, buscando un canje productivo para completar su álbum. Recuerdo con nostalgia ese tiempo en el que el fútbol me parecía propio de superhombres y tener el cromo de Suker, Mijatovic o Ronaldo -el más difícil de conseguir, un mirlo blanco aunque entonces jugara en el Barça- me acercaba un poquito a mis ídolos.

Pero el paso del tiempo no perdona y esas caras, sobre todo las menos conocidas, empezaron a difuminarse hasta desaparecer. Los álbumes quedaron ocultos en algún rincón, lapidados por revistas y papeles; el taco de cromos -mi orgullo, ese del que tanto presumía en el recreo- sencillamente un día se esfumó, y lo peor es que nunca lo eché de menos. Se perdieron como mis ocho, mis diez o mis doce años. Así es la vida.

Pero, lo que son las cosas, en determinados momentos esas imágenes vuelven y todo el peso de los años me golpea de repente, haciéndome consciente de cómo ha pasado el tiempo. Les confieso que me produce cierto shock encontrarme a uno de esos cromos ahora convertido en entrenador, director deportivo o comentarista. Me ocurrió recientemente, viendo un reportaje en televisión tras la despedida de Guardiola y el ascenso de Tito Vilanova a primer entrenador del FC Barcelona. Resulta que en todo este tiempo no había caído en que aquel señor siempre a la vera de Pep también estaba en mi álbum, entonces con la camiseta del Celta. Era un cromo tan insignificante que casi lo había olvidado, pero fue verle en la tele vestido con la celeste celtiña y recordar nítidamente esa estampa, cómo la pegué con mimo en mi álbum acompañando a Patxi Salinas o Gudelj. Y no hay fecha, DNI ni calendario que me recuerde más cuánto ha llovido que aquel álbum de cromos que creía olvidado.

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