Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

El declive de los alcaldes

Igual puede alcanzar grandes éxitos pero no parece que Espadas tenga el carisma para ilusionar a sus propios electores

Aconsejaba Julio Anguita a todos los candidatos a alcalde de su partido: ponte derecho, que a la gente le gustan los alcaldes chulos. De esa estirpe era Pacheco, que acostumbraba a decir " concejales hay muchos, pero alcalde solo uno". Incluso le atribuyen al que fuera alcalde de Barbate Serafín Núñez: "Felipe mandará en España, pero de la gasolinera para acá mandan mis cojones". Época gloriosa de alcaldes carismáticos, algunos de ellos saltaron después a la política regional o nacional , todos conocidos por sus palabras y por su gestión. Ya no quedan alcaldes así, quizás Landaluce en Algeciras , Paco de la Torre en Málaga, Quico Toscano en Dos Hermanas... Ni siquiera políticos experimentados como Sánchez Monteiserín, Soledad Becerril y Rojas Marcos alcanzaron el nivel que llegó a tener Barroso, por citar otro. Quizás les faltó acierto o energía. Es el caso de Juan Espadas, un hombre templado que ha llegado a ser secretario general del PSOE-A por la decisión de la dirección federal socialista de acabar con Susana Díaz y la negativa de María Jesús Montero a competir por el puesto. Espadas parece Peter Seller en Bienvenido Mister Chance, un líder por casualidad, llegado al cargo por exclusión. Igual puede alcanzar grandes éxitos pero no parece que tenga el carisma para ilusionar a sus propios electores. Por supuesto, lo mismo se decía de Juanma Moreno si se le comparaba con Javier Arenas: no tenía perfil, no tenía discurso, parecía impuesto por Soraya Sáez de Santamaría más que encumbrado por sus compañeros de partido. Y ahí está, con un control absoluto de la Junta, unas perspectivas electorales fantásticas, dominio de los tiempos y de la escena. Así que no cabe descartar que Espadas pueda llegar a triunfar pero por ahora más parece que ha sido algo así como "ponte tú que a mí me da la risa" que otra cosa. Desconozco si lo está haciendo bien en el Ayuntamiento de Sevilla pero constato que se resiste a dimitir de su cargo en la capital porque, como bien dijo Andreotti, el poder desgasta al que no lo tiene. Es preferible pasearse por Andalucía con el coche oficial y la pléyade de llevadores de maletas con cualquier invento relacionado con algún invento sevillano. Dimitirá, qué remedio, tendrá la Ejecutiva Regional que ha querido tener, conseguirá, más o menos, tener a los secretarios provinciales afines (veremos qué pasa en Cádiz-Herzegovina), hará las listas que le convengan, la campaña que se ajuste a su perfil, un programa que no diga nada especial, luego a cruzar los dedos a ver si Juanma Moreno se equivoca o las peleas del PP en Madrid se vuelven todo lo cruentas que parecen vistas desde lejos. Va a necesitar mucha suerte.

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