
La esquina
José Aguilar
Sánchez ignora al Parlamento
Desde mi córner
Resistiéndose de manera numantina y cual gato panza arriba, Ángel Villar va dándole cuerda a la cometa para no dejar un cargo que tendrá que abandonar sí o sí. Bunkerizado en cualquiera de sus mansiones, el futbolista que se licenció en Derecho por Deusto y que enseguida encontró cobijo en la dirigencia de lo que mejor conocía, el fútbol, se ha enrocado, no abandona su rincón y ahí anda, dándole largas a la vida.
Si atisbara que su sucesor iba a ser Juan Luis Larrea, posiblemente, sólo posiblemente, habría presentado ya su renuncia al cargo de presidente. No parece que tenga posibilidades el donostiarra y la figura de Luis Rubiales emerge con fuerza. Villar tuvo en Rubiales un fuerte apoyo en su batalla contra Tebas, pero los tiempos cambiaron y la idea de que el presidente de la AFE pueda sucederle en la presidencia de la Federación cuentan los iniciados que hogaño le produce urticaria.
Y por si fuera poco lo de Rubiales, a Villar se lo llevan los demonios cuando se entera de que su enemigo íntimo Javier Tebas va a hollar los despachos de esa Ciudad del Fútbol en la que siempre tuvo sus complacencias. No sé, nadie lo sabe, qué condena va a caerle a Villar... si es que le cae alguna pena. Lo que sí se sabe es que si el proceso le ha cambiado la vida, la siguiente condena sería ver al controvertido abogado oscense campando a sus anchas por lo que fue su cortijo, el de Villar.
Ahora bien, lo lógico sería que la Federación y la Liga vayan de la mano y no a contramano, que es como ha ido desde que Villar, allá por el Pleistoceno, llegó al despacho principal de Alberto Bosch. Este distanciamiento de la Federación con el fútbol profesional, aunque los éxitos internacionales sean indiscutibles, no tiene nada de positivo. Que el mandarín del fútbol profesional tenga hilo directo con la Federación sería lo lógico y sin Villar hasta podría llegar a ser posible.
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