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Opinión

talia Martínez

Lo que descubrimos de lola

LOLA Flores siempre me ha parecido una persona con carisma, toda una estrella, pero pensaba que su arte me quedaba lejano. Me arriesgué. Quería saber si el arte de Lola puede ser contemporáneo. Propongo la mirada de sus nietas, Alba Flores y Elena Furiase. Tienen 26 y 24 años, y están educadas en un entorno musical ecléctico, donde youtube, myspace, y las redes sociales son ventanas abiertas a todo tipo de influencias. También quería saber cómo influyeron en su arte los gitanos. Porque ella no era gitana, aunque muchos piensan que sí, porque Lola, se sentía gitana. A partir de ahí, el equipo del documental iniciamos un viaje a la búsqueda de la esencia artística de Lola.

Todos los viajeros han sido generosos, con su tiempo, con sus visiones que han aportado y nos han servido de guía. Muchos destacan que Lola era muy generosa. Y la generosidad, sin pretenderlo, siempre es un viaje de ida y vuelta.

Generosos fueron los dueños de la casa donde nació Lola, que visitamos a través de las gestiones de José Manuel Malvido. La casa está en obras, sin tabiques, conservando el suelo, los cables y las rosetas de luz originales. Todo el equipo sentimos que aquello era especial. Descubrimos al entrar, la luz del atardecer colándose entre el polvo. Al subir las escaleras, encontramos la estancia donde nació Lola, entre claro oscuros de una balconada también de los años 20…Y las vistas de la terraza nos sitúan en el barrio de San Miguel, flamenco y gitano, básico en la trayectoria de la artista. Elena, siente de una manera muy especial a su abuela. Es uno de los momentos mágicos de este documental.

Generoso fue descubrir, que un flamenco al que admiramos, como Miguel Poveda, tiene una bodeguita en su casa dedicada íntegramente a Lola. Y nos invita a grabar allí una versión única e irrepetible de 'Limosna de amores'. Lloré de emoción al escucharla en directo.

Y mucha emoción. Como escuchar a Joan Manuel Serrat, en el tablao 'Los Tarantos', en Barcelona, explicar a Elena por qué piensa que Lola era tan libre, tan moderna y por qué muchos la admiraban tanto.

O la grabación en Caripén, el tablao que Lola y su marido Antonio González 'El Pescaílla' tenían en Madrid. Hoy es un resturante art decó, que no conserva la fisonomía de antaño. Pero la abuela de Estrella Morente, Rosario, y su hija, Victoria 'La Globo', nos trasportan a aquellos años 70, donde el flamenco bullía en cada acorde de las guitarras de Montoyita, de Cepero y de 'El Pescaílla' mientras Camarón, el Beni de Cádiz o el Brillantina ponían el cante, y Lola, eso, y el baile.

Cuando Estrella comienza a grabar para nosotros su canción 'A Lola' con su tío Pepe Carbonell, hijo de "Montoyita", y su pericón, ese abanico grande, que marca, junto con su mirada y su cante, cada estrofa, Elena llora. No nos había contado que la admiraba tanto. Y escuchar en directo a la artista, utilizando partes de las canciones de su abuela, de su madre o de su tío la conmueven.

Durante el rodaje, creo que cada persona del equipo ha ido trasformando su mirada sobre Lola. Hemos avanzado con ella, aunque la parada final en la cabina de montaje, recuperando declaraciones, actuaciones y películas de la artista, nos termina de situar. El montador, Javier Pérez Jaime, al que le encanta el son cubano y el jazz, y Maurice André, el genio de la trompeta, es uno de sus ídolos, descubre que Lola es muy interesante. Es ahí, dónde quizás este puzzle incompleto, que nunca ha pretendido ser el único, encaja. A mí, confieso, Lola ha terminado por cautivarme.

Talia Martínez es la directora del documental

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